Desde el asfalto
Lloro y oro por los colombianitos de hoy y de
mañana
AnaMercedes Gómez-Martínez
Suspendí la lectura de las 297 páginas del
acuerdo firmado por los delegados de las Farc y del Gobierno en una ceremonia,
por supuesto, en La Habana, para hablar del futuro de los niños colombianos de
hoy y de mañana.
Obvio que me referiré a los menores reclutados
por este grupo narcoterrorista. Pero mi preocupación abarca, hago énfasis, a
todos los niños colombianos nacidos y por nacer.
No veo claro el futuro de ninguna de las
personas de buena voluntad que quieren la paz, pero NO la paz que firmaron en
Cuba. Menos, entonces, de los menores de edad.
No puedo olvidar el caso de una niña que el
régimen comunista retuvo en Hungría cuando la URSS invadió a ese país y no la
dejaron salir al exilio con su papá y su mamá.
Esa niña creció sin el calor del hogar en una
especie de hospicio. La dejaron reunir con sus padres cuando ya iba a empezar
quinto de bachillerato, lo que ahora llaman décimo en Colombia.
Con una inteligencia brillante, terminó
secundaria e hizo dos carreras. Pero nunca nadie logró quitarle unos miedos que
la han acompañado siempre, aún ahora que es adulta mayor.
Recordándola a ella, amiga, siempre amiga,
pienso en qué será de los colombianitos “educados” por las Farc si llegan al poder.
¿Qué principios morales y éticos les
inculcarán? ¿Los iniciarán en la droga por aquello del “libre desarrollo de la
personalidad”?
¿Qué Historia de Colombia les enseñarán? No hay
que pensar mucho para saber que será una historia acomodada a lo que buscan las
Farc, un adoctrinamiento total.
¿Qué ciencia política aprenderán? Seguramente
la que se acomode al Manifiesto Comunista, un ideal de Marx que resultó ser un
fiasco. Baste analizar lo que fue la Unión Soviética, lo que es Cuba y lo que
son todos los países que siguen los postulados del Foro de Sao Paulo y que se
ha materializado en el Castrochavismo, mal llamado Socialismo del Siglo XXI.
Si Marx viviera hoy, muy seguramente habría
reconocido que su utopía ha sido un fracaso allí donde se intenta imponer.
Pensemos en Corea del Norte, en la China, además de nuestros vecinos.
Pero algo más me hace preocupar por la infancia
de hoy y de mañana: Las cartillas del Ministerio de Educación Nacional y sus
atrevidos avances en educación sexual. Respeto a la comunidad Lgtbi, pero creo
que es un abuso de poder promoverla. El orden natural dice que una familia está
compuesta por un hombre y una mujer, los padres; y los hijos que conciban.
Estos han de ser educados por los padres primordialmente, y por el colegio que
estos elijan y concuerde con sus principios éticos.
Más me duele saber que esta campaña para que
haya muchas personas LGTBI tiene el respaldo de montones de multinacionales que
siguen una filosofía, según la cual, así se controla el crecimiento de la
población mundial. Pero no queda ahí: también promueven el aborto y la
eutanasia. Los adultos mayores, según dicha filosofía, cuestan mucho a los
Estados y la sociedad, y lo mejor es aplicarles una inyección letal o
provocarles un infarto.
¡Hasta dónde hemos llegado! Así es y esto que digo no
me lo inventé. Está documentado.
Ahora entro a hablar de los menores reclutados
por las Farc. No hablo de los otros grupos ilegales, porque con ellos todavía no
se ha firmado documento alguno.
Reconozco que sentí un profundo dolor al oír la
risa del expresidente César Gaviria al reconocer que el documento habanero de
297 páginas no incluía nada sobre los menores en las filas farianas. ¿Habría
reído igual si sus hijos Simón y María Paz estuvieran en las filas guerrilleras
y hubieran sido incorporados desde su preadolescencia? Seguro que no. ¿Dónde
están su humanismo y solidaridad, expresidente Gaviria?
Porque todos sabemos que los niños son
arrancados de sus hogares campesinos por las Farc. Que sus padres nada pueden
hacer ante la amenaza de un fusil. Y que estos niños tampoco pueden huir porque
corren un alto riesgo de ser asesinados.
También sabemos que son puestos como carne de
cañón a la vanguardia de las cuadrillas. Que son entrenados para matar, aún a
sus compañeritos.
Y algo peor: las niñas son usadas como juguete
sexual de los guerrilleros. Que las violan, a veces masivamente. Que son
escogidas por los comandantes como sus compañeras permanentes. ¿No es esto
esclavitud?
Pero, además, son obligadas a abortar, si resultan
embarazadas, en las condiciones más tristes y peligrosas, en donde no hay
asepsia y o mueren o quedan en grave peligro de morir.
Si no mueren, siempre tendrán la tristeza de
nunca haber podido arrullar al niño que palpitaba en su vientre. El instinto
materno es tan fuerte, que una mujer prefiere tener un hijo aunque no sepa
quién es su padre, a deshacerse de él.
Recuerdo un valiente video de una joven
norteamericana que, arrepentida de haber abortado, tuvo el valor de alertar que
Planned Parenthood es una red de clínicas de aborto de Estados Unidos, en donde
les hacen un intento de lavado de cerebro para que se deshagan de su bebé,
diciéndoles que es un simple costal de huesos y cosas por el estilo. Así se
someten a una potente aspiradora que les succiona el bebé hecho pedazos. Eso
sí. Ellas no ven este macabro ritual.
Pensemos cómo quedará la salud mental de las
niñas de las Farc. Y cómo quedará la de los niños, obligados a matar. ¿Cómo
quedará su concepto del valor de la vida propia y ajena? ¿Cuál será su idea del
respeto al ser humano?
Además, seguramente son obligados a hacer los
oficios más duros para complacer a sus jefes.
¿Cuál será su concepto de autoridad? ¿Y su concepto
de moral y de ética?
Colombianos: pensemos en los niños de hoy y de
mañana, si las Farc llegan al poder. Y pensemos especialmente en todos los
niños, de ambos sexos, que han sido reclutados a la fuerza.
Hagamos un movimiento para que se acabe esta
moderna esclavitud y la distorsión de lo que debe ser la educación en Colombia.
Por esto y por mucho más votaré NO en el
plebiscito, cuya pregunta amañada la adoptó el presidente Santos porque él
puede hacer lo que le venga en gana. Pobre país cuyo presidente no sabe que por
encima de él están las leyes y la Constitución.
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