Desde el asfalto
Criminales al poder, inocentes a la cárcel
AnaMercedes Gómez-Martínez
Duele en el alma que Andrés Felipe Arias Leiva sea
extraditado a Colombia para seguir pagando una cárcel injusta, como fruto de
una acción que se percibe netamente politiquera, cuyo objetivo sería frenarle
su estelar carrera política.
Tengo que decir que fui una especie de “trompo
pagador” para revivir, en enero de 2010, el tema de Andrés Felipe Arias y de
quien lo apoyaba, lo apoya y lo apoyará, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez.
Como de costumbre, este país se desconecta
entre diciembre y mediados de enero. Y hubo quienes lo volvieron a conectar
para sacar del ruedo político a un presidenciable, precisamente, Andrés Felipe
Arias. Esa es mi hipótesis.
Pero devolvámonos a fines de noviembre o
principios de diciembre de 2009. Hubo un debate en el Senado contra el entonces
ministro de Agricultura, Andrés Fernández, por el tema Agro Ingreso Seguro, AIS.
La defensa del ministro Fernández fue brillante.
Yo seguí de principio a fin dicho debate para
poder editorializar al respecto. Tomé notas y escribí un Editorial para El
Colombiano, diciendo con argumentos, valga la redundancia, que el Ministro
había estado brillante y que muchos colombianos del asfalto habíamos quedado
ilustrados y tranquilos.
El escándalo había surgido cuando Arias era
Ministro y se descubrió que la familia costeña Dávila Abondano había dividido
un predio, creo que de más o menos cien hectáreas, en cien partes, porque así
recibirían más dinero de AIS, que si pedían un solo crédito por la totalidad de
su tierra.
Se comprobó que el ministro Arias no conocía a
los Dávila, quienes tuvieron que devolver el dinero. Es bueno recordar que AIS
venía de tiempo atrás, que recibía el visto bueno del IICA, un organismo de la
OEA que supervisaba las gestiones. También es bueno que se sepa que el gran
porcentaje de los créditos otorgados fue a pequeños agricultores para que
tecnificaran sus parcelas y las hicieran más productivas. Y que había
acompañamiento.
En ese tiempo: fines de noviembre o principios
de diciembre, yo recibí una llamada de la periodista de Semana María Teresa
Ronderos. Ella me dijo que, haciendo pesquisas, en la lista de beneficiarios de
AIS figuraba una Ana Mercedes Gómez, que si era yo.
Le contesté que yo tenía un crédito de 80
millones con el Banco Agrario para un pequeño invernadero de un follaje llamado
ruscus. Que yo NO creía que eso hiciera parte de AIS. Le di el número del
crédito y los datos sobre intereses mensuales y amortización semestral a
capital.
Me contestó que no valía la pena. No agregó
nada. Le dije que, ante cualquier duda, me llamara. Nunca lo hizo.
Salí de vacaciones y ¡oh sorpresa! A mediados
de enero cuando regresé, Daniel Coronell me había dedicado su columna de la
revista Semana. Decía, palabra más, palabra menos, que yo había faltado a la
Ética Periodística porque, al escribir el Editorial, dos meses antes, he debido
decir que yo era beneficiaria de AIS. En ese momento me enteré que los créditos
del Banco Agrario habían sido englobados en AIS.
Ya se imaginarán el escándalo en los medios radiales
bogotanos. Todavía hoy hay quien cree que yo tuve un gigante subsidio y no un
pequeño crédito subsidiado.
Le contesté a Coronell. Pero yo me preguntaba.
¿Cuáles son las motivaciones subyacentes que tuvo este columnista? Creo que las
descubrí y repito lo dicho al principio de este texto: Quizá necesitaban
hacerles un escándalo al presidente Uribe y al presidenciable, Arias Leiva, y
yo fui el instrumento de visibilización.
Vino todo el montaje contra Andrés Felipe Arias
quien se defendió muy bien ante la Justicia. Pero esta falló en su contra y lo
condenó a 17 años de cárcel. Estuvo en la Escuela de Carabineros porque le
negaron el beneficio de casa por cárcel por “ser un peligro para la sociedad”.
Su esposa tuvo que trabajar para sostener el
hogar, dejando en casa a sus dos pequeños hijos. A ella también le hicieron
escándalo. Pero se dieron las cosas y la familia entera pudo irse a Estados
Unidos, como perseguida política. Allá le dieron permiso de trabajo.
Pero hoy, miércoles 24 de agosto, fue capturado
al amanecer y parece que será extraditado a su adorado país, para seguir en la
cárcel.
Cómo duele ver que los jefes guerrilleros de
las Farc seguramente no pagarán cárcel por sus delitos de lesa humanidad y
violatorios del Derecho internacional Humanitario, DIH. En cambio, Andrés
Felipe Arias sí estará en la cárcel. Seguramente nuestra injusta justicia
repetirá que “es un peligro para la sociedad”.
Cómo duele saber que el mayor cartel de cocaína
del mundo llegará al Congreso de la República de Colombia, mientras Andrés
Felipe Arias, encarcelado, no podrá llegar a ningún cargo público, durante 16
años.
Cómo duele observar ciertos comportamientos que
se perciben contradictorios del gobierno de Estados Unidos. ¿Ya no les importa
la cocaína que envenena a millones de sus nacionales? ¿Tampoco, que Colombia
haya vuelto a ser un mar de coca, porque Santos les da gusto a las Farc y otros
grupos ilegales? ¿No les importa la injusticia contra Andrés Felipe Arias? ¿O
los tienen silenciados?
¿Qué se hicieron Myles Frechette, Anne
Paterson, William Woods y William Brownfield, ex embajadores de Estados Unidos
en Colombia? ¿Dónde está esa maravillosa Secretaria de Estado que vino a
analizar nuestra situación, Madeleine Albright? ¿Qué pensarán George W. Bush y
Bill Clinton que tanto apoyaron el Plan Colombia?
Siempre hemos sabido que la prioridad de
Estados Unidos es Israel. Pero en los gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro
Uribe hubo un gran apoyo a Colombia. ¿Por qué ahora no? ¿Por qué el
Departamento de Estado parece no apoyar a Arias Leiva?
¿Acaso no se dan cuenta de que Colombia es la
joya de la corona del castrochavismo y que, convertida al comunismo, este
hemisferio será un peligro mayor para los estadounidenses que en la época de
John F. Kennedy quien lanzó el programa Alianza para el Progreso para salvarnos
del comunismo soviético-cubano y salvar a su propio país?
¿Tendrá esto que ver con el futuro próximo de
Simón Trinidad, a quien las Farc quieren imponer como veedor de la dejación de
armas del grupo al que ha pertenecido por años? Pero como él está en una cárcel
estadounidense, ¿habrá una negociación para dejarlo volver a su terruño y así
las Farc ver cumplido su sueño de poner a un “ratón más a cuidar el queso”?
Me solidarizo con Andrés Felipe Arias y toda su
familia. Me preocupo por otros colombianos que quedan en una cuerda floja en
Estados Unidos y otros países.
Siento perplejidad por la candidez y el
romanticismo internacional frente a Colombia. Definitivamente volvimos a ser “el
patio de atrás” y una insignificante “república bananera”, que les importa a
muy pocos en todas las latitudes, incluido nuestro amado terruño.
Por esto y mucho más votaré NO en el
plebiscito.
Bienvenida siempre la PAZ DURADERA Y CON GARANTÍAS...NO LA IMPUNIDAD, ESA QUE MULTIPLICARÁ EN POCO TIEMPO LA GUERRA.
ResponderBorrarJuanfer