Desde el asfalto
Las Farc, arquitectos de “la nueva” Colombia
AnaMercedes Gómez-Martínez
El lunes 26 firmarán en Cartagena de Indias el
presidente Santos, sus plenipotenciarios, los plenipotenciarios de las Farc y
los delegados del gobierno de Cuba y Noruega el “Acuerdo Final para la
terminación del Conflicto y la Construcción de una paz estable y duradera”.
No me extraña que en un desayuno en la Base
Naval estén Timochenko, Márquez y otros narco terroristas de las Farc sentados
a manteles con los inocentes, románticos o incautos invitados especiales,
colombianos y extranjeros.
Estos últimos seguramente no se han leído las
297 páginas del famoso Acuerdo. O, si se las han leído, están fascinados porque
creen que ya empezará la tan anhelada paz.
Es que la Paz es una palabra que nos mueve a
todos, porque todos la queremos. Lo que no queremos muchos es esta paz en la
que las Farc harán el nuevo país, la nueva Colombia a su imagen y semejanza y
con la complacencia de los izquierdistas estrato 46, que luego volarán a sus
casas en Europa o quién sabe dónde.
Lo curioso es que en Cuba, los Castro y el Che
Guevara se tomaron el poder para salir de la dictadura de Fulgencio Batista. Y
estuvieron calladitos durante dos años: del primero de enero de 1959 hasta
1961, cuando se declararon comunistas de la línea Moscú. Y ahí empezaron las
purgas, el paredón y el exilio de muchos que salieron con una mano adelante y
otra atrás.
En Venezuela, Hugo Chávez fue astuto. Ya tenía
la lección bien aprendida de los Castro. Empezó como mansa ovejita y el pueblo
venezolano le creyó todas sus maravillosas promesas.
Pero poco después se quitó la piel de oveja y se
inventó un nombre atrayente para muchos: El Socialismo del Siglo XXI.
¡Claro! Hay otros socialismos como el Psoe
español, el sueco, el israelí. Sin embargo, empezó a actuar como comunista
línea Habana-Moscú. Y ya sabemos cómo sufre el pueblo venezolano. Sus
dirigentes: Maduro y Cabello viven a cuerpo de rey y quieren perpetuarse en el
poder.
Pero en Colombia los únicos claros son los
narco terroristas de las Farc. Los demás plenipotenciarios son ambiguos y entre
todos han dividido a Colombia frente a un plebiscito lleno de mermelada, tanta
que debe tener diabéticos a quienes se han dejado enmermelar.
En la décima conferencia que acaba de terminar
en los llanos del Yarí hubo fiesta, música, jolgorio. ¿Qué menos se podía
esperar si estaban celebrando su triunfo y la rendición del Estado de Derecho
de Colombia? El país quedó en sus manos y en sus fusiles.
Dicen que lo suyo no es una rendición sino “la
continuidad de la lucha social y de clases” y que se abrió el espacio para las
reformas que han querido por 52 años.
Son ellos los que van a hacer la reforma
agraria, a promover el minifundio. ¿Qué país puede sobrevivir lleno de pequeñas
parcelas, por más tecnología que les metan? ¿El ideal no es una combinación y
que las grandes empresas, con responsabilidad social, transfieran tecnología?
Así se logra la igualdad de oportunidades para
todos. Algo muy distinto a la igualdad para todos, un imposible comprobado.
¿Acaso no fracasó la dictadura del proletariado en la URSS? ¿Y por qué traen un
modelo fracasado no sólo en la URSS sino en Cuba?
Colombia es una democracia imperfecta pero
perfeccionable. Es una nación joven pero no es un régimen antidemocrático, como
dijeron en el Yarí.
Allá también dijeron que habría “un tratamiento
integral y diferenciado del problema de las drogas ilícitas”. Ellos, los
mayores narcotraficantes que hay en Colombia. Ellos, que inundaron el país de
coca y laboratorios. Ellos, que exportan cocaína a través de Venezuela, Nariño
y el Urabá antioqueño y chocoano. Ellos que promueven el micro tráfico y se
hacen los de la vista gorda con el consumo interno. Ellos ¿tendrán autoridad
para manejar este problemonón?
Además, no habrá erradicación masiva sino
voluntaria. No habrá fumigación aérea para grandes extensiones.
“Habrá el reconocimiento a los derechos de las
víctimas”, dicen. ¿Y dónde quedan el perdón, la contrición y el propósito de
enmienda? ¿En su trabajo en el Congreso de la República?
Porque van derecho a ocupar curules asignadas a
dedo. No nos extrañemos de quiénes las ocuparán.
Hablan y hablan de la participación de la mujer
y de la identidad de género. ¿Remordimiento por el modo como las han tratado?
¿Seguir a pie juntillas las tendencias “modernas” del sexo sin procreación o
con aborto? ¿Del sexo como puro placer? ¿De la tesis según la cual el niño nace
sin sexo, y se hace luego?
Ellos consideran difícil la dejación de armas. ¿Entonces,
cómo será de compleja su entrega? No hay conteo ni clasificación de ellas.
Y podemos estar seguros de que el 2 de octubre,
día del plebiscito engañoso en cuanto al censo electoral y la pregunta amañada,
porque Santos puede hacer “lo que le dé la gana”, las Farc estarán armadas
hasta los dientes.
Pero algo más: El Gobierno dejó el pudor bien
amarradito para hacer proselitismo en todo el país y del modo más abierto y
descarado.
Hasta los medios de comunicación están obligados
a pasar propaganda política en horarios triple A. Y no olvidemos que las Farc tendrán
31 emisoras de FM, periódicos y televisión.
¿Serán tan controlados como Granma en Cuba? Ese
es un buen ejemplo de “libertad de expresión” al estilo cubano. En ese medio y
todos los demás no se dice nada sin que antes pase por la censura del régimen.
En cambio, la oposición no tiene garantías
serias. Violan propiedades privadas para tumbar las vallas que no le gusta a
esa unión temporal que podríamos llamar FarcSantos.
Hay tanto que decir, pero no quiero alargarme.
Solamente recordar dos cosas:
Que todo entrará al bloque de constitucionalidad.
Como si no fuera larga la Carta del 91, se le agregarán 297 páginas. Un enredo total
para que todo sea confusión y caos y se acaben los pesos y contrapesos. ¡Qué
democracia la que se nos vino encima!
Que todo el costo, billonario, se hará con
cargo al presupuesto nacional. Es decir, lo asumiremos los colombianos con
impuestos y más impuestos. Hasta los habrá para los pensionados, y el IVA será
ampliado a productos básicos de la canasta familiar.
Así llegaremos, no a la igualdad de oportunidades
sino a la pauperización para que se instaure la dictadura del proletariado: en
eso consiste el comunismo.
Por esto y mucho más, votaré NO en el
plebiscito.
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