viernes, 29 de abril de 2016

Buckingham, apenas para Santos
AnaMercedes Gómez Martínez

Los colombianos deberíamos estar realmente emocionados porque Juan Manuel Santos irá en mayo y noviembre a Londres. El 12 de mayo presidirá una de las principales sesiones de la Cumbre Anticorrupción que tendrá lugar ese día. Y del primero de noviembre, al 3, está invitado con su esposa, Doña María Clemencia Rodríguez, más conocida como Tutina, a dormir en el Palacio de Buckingham.

Será la primera vez que un presidente colombiano duerme en dicho palacio. ¡Qué maravilla! Hasta bueno que se amañe allá y resuelva quedarse. No es difícil. Allá debe haber mucho empleo que se adapte a su perfil.

Quizá pueda aconsejarle a la Reina nonagenaria cómo hacer para saltarse al Príncipe Carlos y a su actual esposa, la cuestionada Camilla, Duquesa de Cornualles, y dejar en el trono a William y a Kate Middleton, ya sea porque abdique o porque el Señor se la lleve derechito al Cielo. Es la cabeza de la Iglesia Anglicana.

Santos sabe, como su anfitriona, que el pueblo británico no quiere a Carlos y Camilla. Dicho pueblo no les perdona su traición a la Princesa Diana, que fue usada por Carlos como simple incubadora para garantizar la sucesión al trono de este reino.

¿Y cómo así que Isabel II es la cabeza de la Iglesia Anglicana? Sencillo: Desde que Enrique VIII resolvió serlo, porque el Papa romano no le dio la nulidad de su matrimonio con la española Catalina de Aragón.

Santos es perfecto para aconsejarle, porque él sabe, como nadie más, cómo hacer rodar cabezas para poner a sus alfiles en puestos en que no lo cuestionen sino que le rindan pleitesía. La claque, dicen los franceses.

Pero, ¿cómo es que el Primer Ministro británico, David Cameron, lo pone a presidir uno de los principales paneles en el Foro contra la Corrupción del 12 de mayo?¿Influencias de Tony Blair, su amigo y asesor de Colombia en una especie de triángulo con Emiratos Árabes Unidos?

Parece que los gobernantes británicos están en la luna, con respecto a Colombia. Según Barómetro de las Américas en su informe publicado en mayo de 2015, (debe estar que sale uno actualizado), Colombia es el segundo país más corrupto del hemisferio americano, después de Venezuela. Quedó con 79.6 puntos sobre cien, y Venezuela con 80. El estudio también reveló que la corrupción está muy generalizada entre funcionarios públicos. (Datos tomados del diario El Heraldo de Barranquilla del martes 19 de mayo de 2015).

En las cortes también hacen falta los bufones para hacer reír. Y la británica debe mantener muchas ganas de uno. ¿No dicen que allá falta el humor? Y qué mejor que un presidente de una república bananera donde abundan tantos micos. Aunque en este tema creo que Buckingham tampoco acertó. ¿Qué colombiano le ha visto una sonora y sincera carcajada a Santos?

Me frunzo, como decía mi mamá, de pensar en el costo del ajuar principesco de los moradores de la Casa de Nariño. No va a ser propiamente comprado en los alrededores de Palacio. Y mientras tanto, en el vecindario ve uno a los habitantes con harapos y a la gente estirando su sueldito para estar presentables para su trabajo.

Y ve uno a los niños muriendo en la Guajira, en Chocó, en Ciudad Bolívar, en los barrios marginales de todos los municipios colombianos o viviendo en tantas fundaciones y albergues que no dan abasto y que están con la noticia de que tendrían que pagar impuestos.

¿No ha pensado el gobierno de Santos en la labor que hacen estas instituciones? ¿Labor que debería hacer el Gobierno?

Me frunzo, también, porque después de llegar del Palacio de Buckingham los moradores del Palacio de Nariño querrán ponerlo a la altura y no bastarán las arañas de cristal ni las cortinas de moaré ni las almendras garrapiñadas ni las alfombras persas o turcas hechas a mano ni los muebles made in Colombia tapizados en Bogotá por el mejor en su ramo.

Hasta de pronto, si queda espacio, se traigan algunas cositas de Londres en el flamante avión 001 de la Fuerza Aérea Colombiana. Si queda espacio, porque la comitiva para que grabe esos momentos reales entre la realeza británica no debe ser pequeña.

O quizá tengan la “buena idea” de llevar de escolta al jet asignado a la Primera Dama. Nada imposible frente a un gobierno considerado pantallero y derrochón.

Me frunzo de pensar en qué regalos les llevarán a tan regios anfitriones. Ojalá no se les ocurra imitar al tío bisabuelo de la canciller María Ángela Holguín, Carlos Holguín Mallarino, quien resolvió regalarle el Tesoro Quimbaya a la Reina regente de España, Doña María Cristina de Habsburgo, en un arrebato emotivo porque fue mediadora en un conflicto con Venezuela que fue fallado a favor de Colombia.

Los colombianos del asfalto tenemos que tener los ojos abiertos y los oídos despiertos para que no se lleven algo que sea de nuestro patrimonio cultural colombiano. ¿Qué tal que se les ocurriera llevar un detallito genuino del Museo del Oro o del Museo Botero?

Sería muy democrático incluir en la comitiva a guerrilleros de las Farc y del Eln. Una buena seña de que los procesos habanero y ecuatoriano van bien, según los parámetros del equipo negociador y del propio Presidente.


Mientras tanto, acá lloraremos por el futuro negro que se nos vino encima y que los británicos parecen ignorar. Otra vez, la cándida Europa.                                                                                                                                           

jueves, 21 de abril de 2016

Como que nos llegó la hecatombe

AnaMercedes Gómez Martínez


El miércoles, como se suponía, el Senado colombiano aprobó por mayoría absoluta el Acto Legislativo para la Paz, llamado popularmente Ley Habilitante.

En lo único en que las bancadas le hicieron caso al Centro Democrático fue en eliminar la creación del llamado Congresito. Cayeron en cuenta de que dicho congresito dejaba con la boca cerrada y las manos atadas a los Senadores y Representantes elegidos en 2014, algo así como convidados de piedra o hasta en casita.

Pero este Congreso que, en general, poco escucha y poco reflexiona, desestimó los serios análisis que hicieron varios miembros del Centro Democrático sobre los artículos del Acto Legislativo para la Paz.

En ellos demostraron que votar SÍ era dar facultades muy a lo dictadura no sólo al presidente Juan Manuel Santos sino al equipo negociador en La Habana. Y al que está en alguna parte negociando con el Eln.

Y atérrense los que han preferido ver fútbol o las divas más fotogénicas o los 90 años de la Reina Isabel de Gran Bretaña: El SÍ prácticamente les entrega a las Farc y al Eln la posibilidad de volver a Colombia un país comunista, al mejor estilo castro chavista.
Colombianos: ¡Bienvenidos al Socialismo del Siglo XXI!, escucharemos decir dentro de poco. A menos que…

A menos que sigamos haciendo continuas protestas pacíficas contra un modelo fallido. A menos que hagamos jornadas de cacerolazos para apoyar a quienes el costo de vida se les tragó el salario mínimo y ya viven en déficit continuo. A menos que sigamos protestando por la venta de Isagén y preguntando adónde fue a parar esa platica. 
Porque no nos vengan con cuentos. No se ve o está muy escondidita en las autopistas de la “prosperidad” o las vías 4G.

A menos que sigamos protestando por la situación de la salud, de los maestros, de los indígenas, de los auténticos defensores de derechos humanos, de los presos políticos. A menos que digamos No Más a la injusta justicia politizada.

Escribiendo todo esto no puedo dejar de pensar en la Chile de Allende y de la Bachelet, en la Cuba de los Castro, en la Venezuela de Chávez, Cabello y Maduro. En la Nicaragua de Daniel Ortega. En el Ecuador de Rafael Correa. En El Salvador. En Guatemala. En el Brasil de Dilma Rousseff y Lula da Silva.

Hago un paréntesis para solidarizarme con el pueblo ecuatoriano golpeado por tantas cosas, pero especialmente por la serie de terremotos que ha costado tantas vidas y dejado a miles sin un techo digno. Y con los colombianos que vivían en las zonas del sismo o estaban de paseo allí.

Pero volvamos a lo esencial de este artículo:
El expresidente Uribe se preocupa, y es honesto que lo haga, si el Fondo monetario estará ligado al acuerdo con las Farc. Y con el Eln, agrego. También, por la incorporación de una constancia política donde se agregaron cuatro condiciones políticas no incorporadas al texto legal.

Se preocupa, porque el artículo primero dice textualmente: “Este Acto Legislativo es para garantizar la implementación del acuerdo final que ponga fin al conflicto”. Como nada está acordado hasta que todo esté acordado, ¿no es esto firmar un cheque en blanco, una hoja en blanco? ¿No es autorizar a ciegas lo que no se sabe o no se ha concretado?

Uribe dice que con este Fondo habrá cogobierno para la política agrícola y que el Gobierno envió a las Farc una carta en la cual aceptaba toda la discusión del Socialismo del Siglo XXI. Que en La Habana este grupo guerrillero tranquiliza a los industriales. 

Mirémonos en el espejo del castro chavismo y de Maduro. Para allá va Colombia si seguimos tan indiferentes o escondiendo la cabeza como el avestruz.

Y de ahí seguirá un plebiscito o una Constituyente. Ésta ha sido el sueño de las Farc desde El Caguán 1998-2002.

Dice el MinDefensa Villegas que para las bacrim sólo habrá sometimiento a la justicia ordinaria. ¿Acaso no ha caído en cuenta de la alianza de las guerrillas con estas bandas para exportar cocaína y entrar armas y demás cosas necesarias? ¿Para hacer actos de violencia?

Dice José Obdulio Gaviria que la Justicia transicional reemplaza a la jurisdicción ordinaria, a la administrativa, a la Fiscalía, a los jueces penales, a la jurisdicción disciplinaria y al órgano de control fiscal. Y el expresidente Uribe agrega que esto significa una sustitución de la Constitución. Grave, muy grave. Y algo peor: Las Farc (y el Eln después, o al mismo tiempo, digo yo), van a participar indirectamente en la elección de esos jueces.

¡Si hoy la justicia cojea, cómo será cuando los violentos sean juez y parte!
Duele que igualen a las fuerzas terroristas e ilegales con Las Fuerzas Armadas democráticas del Estado, las de la institucionalidad. Dice el expresidente Uribe: “Mientras la vocación misional de las Fuerzas Armadas es la protección de la Ley y del ciudadano, la vocación misional del terrorismo, atenuemos, llamémoslo guerrilla, es delinquir”. Y recuerda que, de todos modos no irán a la cárcel desde que acepten el delito atroz.

Santos dice que no ha podido encontrar el dinero de la guerrilla, cosa fácil si le pregunta al ex embajador en Colombia y Secretario Adjunto de Estado del Buró de Narcóticos y Seguridad Internacional de Estados Unidos, el señor William Brownfield, quien dijo que sabía dónde tenían las Farc su  platica. Con ese dinero podrían reparar a sus víctimas y les sobraría para vivir holgadamente.

“¿Para qué acuerdo de víctimas si lo que dará la impunidad es reproducir nuevas violencias como ya se ve y esto les negará a las víctimas el más importante de los derechos, el derecho a la no repetición de las violencias?”. Son palabras de Álvaro Uribe.
Y en cuanto al narcotráfico dijo que éste lo que ha hecho es financiar masacres y no el derecho a la rebelión. Y se refirió al aumento de los sembrados de coca.

Recordemos que ahora ocupamos el deshonroso primer lugar en el mundo. Y hay laboratorios que deforestan, envenenan fuentes hídricas y, lo peor, envenenan a seres humanos y los vuelven drogadictos.

Y como el narcotráfico fue definido en La Habana como delito conexo al político, los narcotraficantes podrán ocupar cargos públicos y ser Congresistas. Con razón J.M.Santos acaba de decir en la ONU que en el mundo se debe eliminar la pena de muerte para los inmersos en este crimen. Él sabrá por qué lo dice.

Para terminar quiero resaltar la resurrección del Eln. Algunos dicen que trabaja en llave con las Farc. Y quiero decir que todavía hay tiempo de reaccionar antes de que nos quite el Gobierno el uso de las nuevas tecnologías, como parece quererlo el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas. ¿Traería la idea de Cuba o de China? ¿No es esto una censura? El artículo 20 de la Constitución de 1991 dice: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura.


Pero como vamos, muy pronto nos dirán: “Colombianos: Bienvenidos al Socialismo del Siglo XXI”. Como que nos llegó la hecatombe. Y lloraremos como niños lo que no supimos defender como adultos: la paz en un marco de dignidad, dentro del Estado Social de Derecho, con seguridad humana y jurídica, responsabilidad social empresarial, responsabilidad frente a los derechos y deberes y búsqueda de la igualdad de oportunidades para todos en un marco ético e incluyente.

viernes, 15 de abril de 2016

El informe del Departamento de Estado de EE.UU sobre Colombia:
¿Estaremos a punto de ser declarados país no viable?

AnaMercedes Gómez Martínez

Después de leer las 57 páginas del informe sobre Colombia 2014-2015 del Departamento de Estado de Estados Unidos me surgen muchos interrogantes sobre temas específicos que trata dicho informe. He hecho una traducción de los puntos que me parecen más graves. Advierto que esta no es una traducción oficial.

Dice que las elecciones presidenciales en que fue reelegido J. M. Santos fueron libres y justas. No puedo olvidar el largo silencio entre el segundo y el tercer boletín de la Registraduría Nacional del Estado Civil. En el segundo, ganaba Óscar Iván Zuluaga, quien había triunfado en primera vuelta. En el tercero, contado el 85% de los votos, ganaba Santos. Y por más que el 15% restante fueran votos por Zuluaga, ya el presidente era Santos. Ya se habían sumado votos de regiones en donde era vox populi que había habido mermelada a montones. ¿Se puede, entonces, afirmar que las elecciones fueron libres y justas?

Dice después que los problemas relativos a los derechos humanos fueron la impunidad, el desplazamiento forzado, la corrupción y la discriminación social. Creo yo que esos siguen siendo problemas. Basta preguntarles a campesinos y a habitantes de miles de barrios en cascos urbanos.

Se refiere a un ineficiente sistema de justicia, sometido a intimidación que limitó al Gobierno para actuar. Que las ganancias del tráfico de drogas a menudo aumentaron la corrupción, los asesinatos extrajudiciales e ilegales.

Que los grupos armados ilegales, incluidas Farc, Eln y Bacrim cometieron abusos y asesinatos políticos. Que a 31 de julio, el 36.4% de los detenidos lo eran antes de ser juzgados y que algunos fueron liberados porque cumplieron un tercio de la pena máxima correspondiente a los cargos que se les imputaban. ¿No estamos ahora en las mismas o peor?

Dice el informe que, en general, el Gobierno respetó la independencia de la rama judicial y que declaró que no había detenidos políticos. Ahí mismo pensé en Bernardo Moreno, Diego Palacios, Sabas Pretelt, Jorge Noguera, María del Pilar Hurtado, Luis Alfredo Ramos y la lista sigue y es larga.

Después dice que los que antes eran paramilitares, (no autodefensas) y las Farc se robaron el 80% de tierras que llegarían a 9.9 millones de acres y que pertenecían a pequeños propietarios. Y que de estas, sólo fueron reclamadas unas pocas por el Gobierno después de la desmovilización de las AUC en 2006. Leo esto y recuerdo lo difícil que ha sido y será el problema de restitución de tierras.

Mencionan el oscuro tema de Andrómeda, tomado de Semana, y recuerdo que esto influyó para quitarle votos en la segunda vuelta presidencial a Óscar Iván Zuluaga. Cada acción tiene una consecuencia, a veces perversa. ¿O no?

Luego habla el informe de las minas antipersonal y afirma que las Farc son las que más las usan, lo mismo que armas no convencionales. Creo que se refieren, por ejemplo, a los cilindros bomba. Y que tanto Farc como Eln tratan mal a sus prisioneros, incluyendo a los heridos y personas enfermas. (Secuestrados, diría yo). ¿No va esto contra los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, DIH?

Y entra al triste capítulo de la violencia sexual en el que afirma que esta se mantuvo como una de las principales herramientas usadas por los grupos armados ilegales para atemorizar y lograr el desplazamiento forzado. Y que según la ONU estos grupos mataron o atemorizaron a niños con la muerte por sospecha de que eran informantes al servicio de los militares. Que el ICBF informa que la edad promedio del menor reclutado es de 12 años. Que hasta julio había desmovilizado a 5.800 menores. ¿Qué sentirán esos niños, el futuro de Colombia?

Dice el Departamento de Estado que las Farc y otros usaron a niños como combatientes y reclutadores de otros niños para ser espías, recoger información de inteligencia, servir como esclavos sexuales y proveer apoyo logístico. Las Farc han forzado a las mujeres a abortar entre una y siete veces. ¿Cómo queda la autoestima de estos niños y jóvenes? ¿Su salud mental?

El 8 de junio, dice el informe, las Farc dirigieron cinco ataques al oleoducto Transandino y produjeron un derrame de crudo de 410 mil galones que cayeron a la red fluvial del departamento de Nariño. Y secuestraron 19 carros tanque con crudo en Putumayo. En esta acción forzaron a los conductores a derramar 130 mil galones en la carretera y dañaron el ecosistema y afectaron a los habitantes que dependen de este ecosistema para vivir. Y esto, mientras seguían los diálogos habaneros.

Las guerrillas, agrega el informe, usan, rutinariamente, a civiles como escudos, para defenderse de la Fuerza Pública y desplazan campesinos a la fuerza para despejar las rutas de tránsito de la droga y el armamento en zonas estratégicas. También han impuesto bloqueos de facto a las comunidades en regiones donde tienen influencia significativa.

Bandas, Farc y Eln han entrado a la fuerza a casas, monitoreado las comunicaciones y forzado desplazamientos o llevado gente, a lo largo de puntos clave de tránsito de la droga y para despejar áreas de minería.

El Gobierno, dice el informe, ha influido frecuentemente en la prensa, en parte a través de su presupuesto de publicidad. La Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP, reportó 91 incidentes de secuestro, acoso a periodistas y el asesinato de cuatro. El 10 de septiembre fue asesinada Flor Alba Nuñez cuando entraba a la emisora en que trabajaba en Pitalito. También se da el caso de autocensura.

Los mismos autores ya mencionados han matado a siete educadores, amenazado y desplazado a otros y sus familias por razones políticas y financieras, lo que los ha llevado a tener bajo perfil y evitar discutir temas controvertidos. Y establecen retenes ilegales en carreteras rurales, especialmente en Putumayo, Arauca, Antioquia y Norte de Santander.

La corrupción gubernamental es un problema y, según el Banco Mundial, los ingresos por narcotráfico aumentaron la corrupción.

Según la ONG Somos Defensores, 34 activistas de derechos humanos fueron asesinados y 332, amenazados.

Las bacrim forzaron esterilización en Santa Marta.


Después de esta traducción resumida, muchos nos preguntamos: ¿Es este el camino para la paz con dignidad que Colombia se merece? ¿Podrá haber impunidad para tantos delitos atroces? ¿Merecen llegar al Congreso quienes los cometen? ¿Cómo se va a acabar con el narcotráfico, cuando produce tanto dinero que guardan los narcoterroristas? ¿Aceptarán un sueldo digno pero infinitamente menor que lo que les entra por el comercio ilegal de alucinógenos y la minería, igualmente ilegal?

Tenemos que perdonar y tragar muchos sapos. Pero, ¿estos grupos violentos sí estarán dispuestos a dejar de cometer tantos crímenes, a pedir perdón, a reparar a sus víctimas y a comprometerse a nunca más delinquir? Ojalá este equivocada y Colombia tenga un futuro despejado, con una amplia clase media, seguridad personal y jurídica, cero corrupción y desarrollo integral. ¿Estaremos a punto de ser declarados país no viable? ¿Dónde está la coherencia?

jueves, 7 de abril de 2016

La marcha de los cuatro gatos

AnaMercedes Gómez Martínez


Contra viento y marea, el sábado dos de abril marchamos cientos de miles de colombianos para demostrar nuestro descontento con las políticas y ejecutorias del gobierno de Juan Manuel Santos.

Contra viento y marea porque hubo personas cercanas a La Casa de Nariño que, irresponsablemente, nos tildaron de neonazis o de fascistas, sin medir las consecuencias que podía traer semejante sindicación.

Contra viento y marea porque dijeron que la bacrim que se autodenomina “Clan Úsuga” iba a disparar contra quienes marcharan. Debió haber unas pocas personas que por miedo se quedaron en sus casas.

El miedo es respetable. Pero no fue, precisamente, lo que se vio en los cientos de miles que salimos a la calle llenos de patriotismo y deseo de construir un país digno para los niños de hoy y de mañana.

No faltó el senador despistado que dijo que saldrían cuatro gatos. Sí. Salimos cuatro gatos pero multiplicados, no clonados. Ese senador y el gobierno Santos deben estar buscando ratones para darnos. Ojalá sean bien alimentados porque los cientos de miles de gatos sin botas somos ciudadanos de buena voluntad que queremos la paz, pero no la que proponen las Farc y el Eln.

Los cientos de miles de gatos sin botas marchamos porque nos duelen los niños que mueren por desnutrición en Guajira y Chocó, mientras en Palacio se ofrecen almendras, como si allí residiera la reina Isabel de Inglaterra y no unos bogotanos que se creen con sangre más azul que la del resto de colombianos.

Los cientos de miles de gatos sin botas que marchamos no eran todos del Centro Democrático, aunque hubo miles de aplausos para el ex presidente Uribe, líder indiscutible, no en Antioquia, su tierra montañera, sino en todos los rincones de Colombia. Por algo será. ¿No?

En Medellín hubo drones que permitieron hacer un cálculo del número de gatos sin botas que se volcaron a las calles. Bien pudieron ser 250 mil.

En la Plaza de las Luces hubo una tarima y a ella subieron trabajadores del sector salud, descontentos por la manera como los tratan y porque les duelen los pacientes que no pueden curar porque hay un sistema al que parece no importarle que mueran colombianos que pudieron haber vivido.

Subieron representantes de quienes nos opusimos a la venta de Isagén, porque jamás se debió perder el control estatal y porque percibimos que el dinero de la venta no va para las vías llamadas 4G sino para tapar el déficit fiscal que agrandó una administración nacional que consideramos mala.

A dicha tarima subieron a hablar indígenas que ven vulnerados sus derechos y pisoteada su cultura por los grupos violentos y por una élite palaciega.

Subieron también representantes de las familias que no han vuelto a saber de sus seres queridos que fueron secuestrados por los guerrilleros que ahora dialogan con un gobierno que percibimos débil, al que ya le midieron el aceite.

Subieron militares de la reserva activa en representación de los militares y policías que no pueden estar de acuerdo con que los igualen con personas que han cometido delitos de lesa humanidad y violatorios del DIH. Y, peor: que, según lo que sabemos, van a seguir en cárceles mientras los narcoguerrilleros gozarán de impunidad.

En la tarima bailaron los jóvenes al son de una bella canción compuesta por paisas para que nos la aprendamos y cantemos en las futuras marchas. No maullaremos a pesar de ser gatos sin botas.

No. Somos gatos civilizados que sabemos cantar y bailar, porque, como cantaba Celia Cruz, “esta vida es un carnaval”. Celia, la misma que no aguantó el régimen dictatorial de los hermanos Castro y salió de Cuba, su querida patria, para cantarle al mundo y a sus hermanos presos en una isla de la cual muchos intentan volarse buscando mejores horizontes.

A la tarima subieron algunos de los que sufren persecución por una justicia injusta, politizada y que prejuzga.

Subieron quienes llevaban las imágenes y nombres de quienes están pagando penas por delitos no cometidos, acusados por personas encarceladas que hablan en su contra para lograr una rebaja de penas. Penas merecidas porque han cometido delitos graves.

Definitivamente creo que la delación es un mecanismo injusto que ha permitido que en Colombia haya justos en las cárceles y bandidos en las calles.

Marchamos los cuatro gatos y más a quienes nos duele que Colombia sea otra vez el primer productor de hoja de coca del mundo y el mayor procesador de dicha hoja para no sólo inundar las calles del planeta y satisfacer drogadictos extranjeros sino para enviciar a los niños colombianos.

Marchamos los cuatro gatos y más que nos oponemos al micro tráfico en las calles del país y a la dosis mínima que acaba las mentes de millones de niños, los vuelve criminales que drogados matan, no sienten dolor. Dosis que destruye hogares y pronostica un negro futuro para millones de colombianos.

Marchamos los cuatro gatos y más que no estamos de acuerdo con el aborto ni con la ampliación del permiso para abortar hasta los seis meses de gestación, último “regalito” que nos dejó el Fiscal Montealegre. Él estará alegre, no en el monte sino en Alemania. Pero aquí en nuestra patria seguiremos gritando por esos niños que no pueden gritar y que son seres humanos distintos a sus mamás. Éstas son el regazo interno mientras los bebés pueden salir a convivir en el mundo. Un mundo que queremos mejor, en donde la vida, en todas sus etapas, se respete.

Salimos cuatro gatos y más para pedir que en Colombia haya una paz digna, construida sobre valores humanos que nunca debieron olvidarse, con seguridad física y jurídica. Con inversión nacional y extranjera que transfiera conocimiento y pague impuestos en Colombia.

Y repito lo que tantas veces he dicho: Salimos a marchar cuatro gatos y más que queremos un equilibrio de poderes, dentro de un Estado Social de Derecho, con una amplia clase media, fruto de una descentralización que lleve los servicios de vivienda, salud, educación, trabajo y recreación a cada región de Colombia para que haya igualdad de oportunidades para todos, en todos los rincones del país.

En el pasado ha habido muchas marchas y habrá más. Recuerdo las del “No más”, en octubre de 1999 convocadas por la Fundación País Libre, liderada por Francisco Santos, de los Santos buenos que sufrió el secuestro y no quiere que nadie más lo sufra. También habrá “cacerolazos” porque la inflación se comió el salario mínimo y los pobres son los que más sufren y se impone la solidaridad.


¡Qué vivan los cuatro gatos sin botas que seguirán maullando hasta que Colombia recupere el rumbo perdido! 

viernes, 1 de abril de 2016

Así entiendo yo la paz

AnaMercedes Gómez Martínez

Marcho, porque quiero la paz, he trabajado por ella, he escrito sobre ella, pero no entiendo el proceso de La Habana con las Farc ni el que se acaba de anunciar con el Eln en la República Bolivariana de Venezuela.

Para negociar la paz se necesita un gobierno fuerte. Y ese no es el caso con Juan Manuel Santos. Los del asfalto sentimos que, cada vez más, pierde gobernabilidad. Otros dicen un bello sinónimo: gobernanza.

Voy a definir mi idea de paz, mi sueño de paz. Sé que es necesaria para los jóvenes y niños de hoy y de mañana. La paz no llega con una firma. La firma es el inicio de la construcción de la auténtica paz. Por eso miro hacia adelante. Sé que se tomará un tiempo y quizá para entonces yo ya estaré en esa dimensión que los cristianos llamamos Plenitud.

¿Cómo no voy a querer la paz para las nuevas generaciones, si yo no he vivido un segundo de mi vida en paz?

Primero fue la violencia política. Creo que la primera bomba que explotó en Medellín fue en mi hogar. El fin era matar a mi padre por ser el conciliador del lado de los conservadores, el que decía que matarse por política es un absurdo y que había que enseñarles a los niños la tolerancia a las ideas distintas. Yo todavía no había entrado a Kínder.

La segunda bomba, a la semana siguiente, fue para el doctor Alberto Jaramillo Sánchez, el conciliador entre los liberales.

Mi padre me contaba que él era amigo personal de Jorge Eliécer Gaitán. Que dialogaban mucho, enriquecían su pensamiento y respetaban que estaban en distintas orillas políticas.

Toda esta introducción para concluir que una de las primeras lecciones de mi hogar fue la tolerancia, pero acompañada de otras cuatro: Rectitud, firmeza, amor por la paz y patriotismo.

Yo quiero una paz dentro del Estado Social de Derecho que es Colombia. No estoy de acuerdo con otro modelo, basado en el fracasado en la Urss, que se mantiene en Cuba por el apoyo de la quebrada Venezuela y hasta por los millones que debe pagar el gobierno de Santos, con lo que recauda de nuestros bolsillos, para tener allá a los dirigentes de las Farc a cuerpo de rey, mientras acá mueren niños de hambre y el Clan Úsuga paga dos millones por cada policía asesinado, entre otros horrores.

Claro que en Colombia tenemos que trabajar para lograr la igualdad de oportunidades para todos. Que cada quien decida ser lo que le nazca ser, en un marco ético y con vocación de servicio y preocupación por quienes le rodean.

Quiero una paz con un poder Judicial independiente y justo. Es triste tener que decir que nuestra justicia es injusta, que está politizada, que prejuzga y que persigue y encarcela a los inocentes, mientras los criminales se pasean sembrando terror. Colombia al revés. Y tanto indiferente, mientras no sea con él.

Quiero una paz con una clara división y equilibrio de poderes. Que unos vigilen a los otros, para que no haya intromisiones indebidas u organismos intocables, incontrolables con super poderes.

Quiero una paz que admita la confianza inversionista y estimule la creación de empresas. Que atraiga capitales estables que transfieran tecnología y deseen quedarse en Colombia. Ahora se están yendo porque no hay seguridad ni física ni jurídica.

Quiero que bajen los impuestos, sobre todo para los de menores ingresos. Así habrá una clase media amplia, lo que constituye una verdadera democracia. Y para los millonarios, impuestos justos y que se vean invertidos en desarrollo del país. No que se pierdan por los laberintos de la corrupción.

A propósito, hay que luchar contra la corrupción. Antes, no era significativa. Hoy somos de los países más corruptos del mundo. Y, siguiendo a Sor Juana Inés de la Cruz, tan corrupto es el que peca por la paga, como el que paga por pecar. Hay que sancionar drásticamente al corrupto, empezando por los peces gordos, en un ejercicio ejemplarizante.

Quiero una paz que elimine todos los eslabones de la cadena criminal de la droga que están en Colombia, en donde han crecido los cultivos y el consumo. Ya somos el mayor productor de coca en el mundo. ¡Qué vergüenza! Que exija a los narcotraficantes toda la información sobre este delito, porque hace más compleja la construcción nacional de la convivencia pacífica. Mientras haya droga, no habrá paz completa. El dinero mal habido daña todo lo que toca. Algún guerrillero me decía en el Caguán que la responsabilidad es de los países consumidores. No toda: hay corresponsabilidad de Colombia. La solución es mundial, pero Colombia tiene que ser parte de esa solución.

Quiero una paz en donde haya oportunidades de vida digna en todos y cada uno de los rincones de nuestro país, para que éste crezca armónicamente y los campesinos no tengan que venirse a engrosar los cinturones de miseria, porque en las regiones apartadas de las ciudades grandes no hay oportunidades ni educativas ni de trabajo ni de salud ni de vivienda ni de sana recreación.

Quiero una paz con Colombia teniendo un lugar respetable y respetado en la comunidad internacional. Como vamos, en cuestión de meses nos declararán país fallido y, por lo tanto, inviable.

Quiero una paz que nos permita morir de viejos y no prematuramente y amenazados por una bala, un secuestro o una extorsión.

Quiero una paz que no esté figurativamente en forma de paloma, que no vuela, en la solapa de quienes quieren firmar una paz a toda costa, aunque deje más problemas que soluciones. Y todo por un Nobel o por pasar a la historia como los pacificadores. Acordémonos de que a Pablo Morillo le decían “el pacificador” en tiempos de La Patria Boba, y que fusiló a los patriotas que se oponían a depender de una España lejana y ajena. La suya fue una de las épocas de terror de nuestra adolorida historia.

Quiero una paz en la que, llegado el momento de madurez y calma, reformemos la Constitución para que sea el marco digno del Estado de Derecho. Una constitución corta, que no invada el campo legal. Así se evitará que la Corte Constitucional, si subsiste, pueda entrar a legislar sobre todo lo divino y humano, sin estar preparada, porque es imposible que sus miembros sepan de todos los temas que hay que manejar en un país. Estamos en la era de las especializaciones.

Quiero una paz que construya un Estado no paternalista en donde cada persona sea consciente de que a cada derecho que tiene hay un deber correlativo y que todo no se lo puede solucionar el Gobierno. Que cada cual tiene que poner de su parte. Que el país es construcción de todos y nadie puede esconder la cabeza como el avestruz.

En definitiva, quiero una paz que sea un gana-gana para todos los colombianos. La paz no puede ser un pulso para que gane el que sea más fuerte e imponga dictatorialmente su parecer y modelo.


PD: En Medellín la Marcha sale a las 10 de la mañana desde el Teatro Pablo Tobón Uribe por la avenida La Playa y llega al Parque de las Luces.