Periodismo libre, no
libertino
AnaMercedes Gómez
Martínez
Desde el punto de vista
ético, el periodista no puede decir todo lo que sabe. Debe haber libertad, pero
ésta no puede convertirse en libertinaje. No hay, pues, vía libre para decir
todo lo que se le antoje. Su libertad no es absoluta. Si lo fuera, no existiría
la deontología periodística que enseña cómo actuar con las informaciones que le
llegan.
Cuando hay colisión de
derechos entre varios derechos humanos fundamentales hay que analizar cuál
derecho prima y actuar en consecuencia.
Es muy común que se
enfrente el Derecho a la Información con el Derecho a la fama, la honra, el buen
nombre y la intimidad de alguien o de una institución. Ambos son derechos de
primera generación, pero en tal caso prima el Derecho a la fama, la honra, el
buen nombre y la intimidad de alguien o de una institución. Entonces, el
periodista debe abstenerse de hacer público aquello que afecta a alguien, sea
persona o institución, quienes están cobijados por este otro derecho
fundamental.
¿Qué hacer en tal caso?
Sin protagonismo, pensando más en el bien común que en su ego personal, el
periodista debe entregar la información a quien tiene la autoridad competente
para que corrija la anormalidad. Si no lo hace, recurrir a los superiores de
quien ha preferido meter la cabeza como el avestruz.
Con las Nuevas
Tecnologías de Información y Comunicación, TIC, es muy común ver comentarios
que destruyen la fama, honra, buen nombre e intimidad de personas e
instituciones. Muchos de estos comentarios son anónimos e irresponsables porque
se escudan en el anonimato. La legislación colombiana y mundial debe producir
los cambios que fueren necesarios para evitar estos abusos. No tenemos razón
para extrañarnos. Así ha ocurrido siempre en la vida: la ley llega detrás de
los hechos.
Ahora es muy común otro
fenómeno: las filtraciones. Siempre que se presenta una, detrás hay un interés,
las más de las veces, perverso. Luego hay que ser muy cuidadoso con ellas.
Usarlas como materia prima para investigar, pero no publicarlas inmediatamente.
Y ha aparecido un segundo fenómeno: hay quienes pagan para que les filtren
información, y hay quienes pagan para filtrar una información. Ambas
situaciones lesionan la ética y producen un indeseado e inmoral mercantilismo
informativo. Acá me viene a la mente el círculo vicioso que Sor Juan Inés de la
Cruz denunció refiriéndose a quién es más culpable: “el que peca por la paga o
el que paga por pecar”. Yo diría que ambos. Sin el uno, no habría el otro.
¿Verdad?
“El periodista responde por el respeto a la
dignidad, a los derechos y a la intimidad de las personas, en cada una de sus
palabras. Su fidelidad a la verdad de los hechos no lo exime de esta
responsabilidad”. (Manual de Ética de El Colombiano).
El artículo 20 de la
Constitución colombiana dice: “Se garantiza a toda persona la libertad de
expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir
información veraz e imparcial y la de fundar medios masivos de comunicación.
Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la
rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”.
El artículo 21 de la
misma Carta Magna dice: “Se garantiza el derecho a la honra. La ley señalará la
forma de su protección”.
Para concluir, quiero
señalar que ser libre y tener responsabilidad social, como lo dice nuestra
Constitución, se refiere a que el periodista tiene un deber con la comunidad,
de quien es su delegatario. Porque el Derecho a la Información no es del poder
político del momento ni de los dueños de los medios ni de los periodistas. Es,
repito, de las audiencias. A los periodistas nadie nos nombró delegatarios,
como sí sucede en otros países. Luego, hemos de actuar con toda nuestra
responsabilidad para no defraudar a los dueños de la información. Ser éticos, solidarios,
patriotas y sobre todo, sensibles: ponernos en la ropa de aquellos a quienes
podemos dañar, si somos no libres sino libertinos.
Este comentario lo
escribo al ver la polémica que hay frente a la actuación de una conocida
periodista. Y lo escribo porque me da tristeza percibir que quizás hemos olvidado
lo que significa la responsabilidad social, norte que debería guiarnos en el
ejercicio de nuestra profesión.Periodismo libre, no
libertino.
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