viernes, 1 de julio de 2016

¿Qué hacer frente al terrorismo y fanatismo globalizados?

AnaMercedes Gómez-Martínez

El martes 28 de junio fue un día de tristes y duras noticias.

Ya sabemos que ISIS, el autodenominado Estado Islámico y Al Qaeda están asesinando cristianos por cuenta de un fanatismo en el que se unen el poder político y el religioso para justificar sus matanzas.

Unir política y religión es muy grave y ha dejado amargas experiencias en la historia de la humanidad.

Baste recordar con dolor los ataques en París, en el aeropuerto de Bruselas, en Orlando y, si nos vamos más atrás en la línea del tiempo, en Madrid, en Londres, en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001, y en Münich, a los atletas israelíes que participaban en los Juegos Olímpicos de 1972. ¡Éstos sólo pararon un día!

Pero hay muchos más ataques y genocidios. No puedo olvidar lo que sentí en Ruanda cuando el genocidio de 1994, atizado por medios de comunicación que pasaban este tipo de mensajes: “Mate a un tutsi y haga un bien a la Patria”. Y produjeron una locura colectiva entre hutus y tutsis, quienes hasta ese momento compartían escuelas, puestos de trabajo, vecindarios y eran amigos.

Ante este genocidio, el mundo reaccionó tarde, incluida la ONU. Todavía hoy, no sabemos cuántos muertos hubo. Pero se calculan entre 500 mil y un millón.

¿Cómo es que ha corrido tanta sangre, desde hace tanto tiempo y ha habido tanta indiferencia e insolidaridad?

Pero el martes tres noticias me dejaron perpleja.

Primero recibí un video de una amiga de origen catalán en el que mostraban el bello Monasterio de las montañas de Montserrat, cerca de Barcelona, en el que se anuncia una “Ley de Actividades Religiosas” que dejaría en manos de los alcaldes de Cataluña el permitir o no que se celebren actos religiosos en las iglesias, centros de culto y, más aún, en las calles.

No tener el permiso de un alcalde, su licencia, que puede darla o no, puede ser un delito si se hacen procesiones, se reúne gente en algún parque para orar, cantar o hacer romerías.

El Ayuntamiento, dice el proyecto de ley, tendrá que tener en cuenta el criterio de “proporcionalidad con la población del término municipal”.

Según el video, esto significa “que no se darán licencias o que se quitarán licencias en municipios que no tengan un segmento significativo de fieles, con respecto a la población de ese municipio, que justifique el desempeño de dicha actividad”.

“Por este criterio, muchísimas parroquias pueden ser cerradas en cuanto se publique la ley en el Boletín de la Generalidad”. Esto pasaría, de ser aprobada.

“¿Qué significa todo esto? Que en Cataluña la persecución abierta contra el cristianismo y los cristianos está a punto de empezar otra vez.”

También los alcaldes pueden cerrar iglesias o no dar permiso para que se construyan otras nuevas.

Por qué, reflexioné. ¿Acaso Cataluña no tiene libertad de cultos y las personas deberían poder tener la libertad de asistir a ceremonias religiosas, siempre y cuando lo hagan en paz y sin afectar el orden público y la tranquilidad ciudadana?

Pero hubo otra noticia que circuló por las redes sociales. No parece totalmente cierta, pues Monseñor Parra ya no es el Obispo de Mocoa. Lo es Monseñor Luis Albeiro Maldonado y de su despacho contestaron que sí hubo en el pasado recomendaciones de las Farc para no hacer actos fuera de las iglesias, pero que no ha habido nada nuevo. Esperamos que así continúe y en el llamado posconflicto no pase lo que pasó y sigue pasando en Cuba.

Sobre lo que suceda en el llamado posconflicto hay muchas inquietudes, que se acrecientan al escuchar al Procurador General, Alejandro Ordóñez Maldonado, en charla dada el jueves 30 en la Universidad Pontificia Bolivariana.

La esquiva paz depende, principalmente, de la actitud de los grupos narco guerrilleros frente a un país que ha sido generoso en demasía con ellos. Hasta el punto de que los negociadores en La Habana les han prometido que lo acordado y por acordar será parte de la Constitución y que tendrá carácter de acuerdo supraconstitucional.

Dios quiera que ellos quieran cumplir en cuanto a la entrega de las armas y de toda la información de la cadena de narcóticos.

También, en cuanto a que no volverán a delinquir, a traficar con droga, a secuestrar, a reclutar menores y que habrá desminado, reparación a las víctimas y libertades dentro del Estado de Derecho que es Colombia.

Pero no dicen nada de las milicias urbanas que se calculan, según el Procurador General, en 7.755 personas. ¿Tendrán armas? Muy seguramente, sí. Recordemos las palabras de JMSantos en el Foro Económico Mundial, celebrado recientemente en esta golpeada ciudad de Medellín.

Pero volvamos al martes: Preocupada, encendí el televisor, y vi lo que acababa de pasar en el aeropuerto Atatürk, en Estambul.

Otra vez uno de estos grupos fundamentalistas acababa de producir una masacre en el Terminal Internacional, a una hora en que salen muchos vuelos, porque es un centro de conexiones, o hub, muy importante, porque Turquía es el país que históricamente ha sido y sigue siendo el punto geoestratégico de unión entre Oriente y Occidente. Este atentado se suma a varios otros que ha habido en suelo turco.

Definitivamente, como decía esta mañana en “La hora de la verdad” un experto: el terrorismo está globalizado, hay conexiones entre los distintos grupos y no hay rincón libre de esta terrible amenaza.

¿Cómo puede pasar todo esto en nuestro pequeño mundo que es el planeta Tierra? ¿En qué hemos fallado? ¿Cuál es la solución?

¿Quién o qué podrá salvarnos del terrorismo y el fanatismo internacionales? Fueron preguntas que se agolparon en mi cabeza sin encontrar respuesta.

Después de mucho pensar creo que puede haber una solución, si nos unimos todos los que no aceptamos ningún fanatismo, sea de izquierda o de derecha y, aprovechando la facilidad de las comunicaciones actuales, empezamos un movimiento que busque el entendimiento entre las personas y los pueblos, el respeto por las ideas distintas y rechace todas las formas de violencia, vengan de donde vinieren.

Un movimiento que sume las ideas de grandes seres que han vivido o viven en este pequeño punto de un inmenso universo: Jesús de Nazaret, Mahatma Gandhi, Buda, El Dalai Lama y los monjes tibetanos, Abraham Lincoln, Benjamín Franklin, Martin Luther King, Santa Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, el Obispo Desmond Tutu, el Papa Juan XXIII, San Juan Pablo II y nuestra Santa, Laura Montoya.

Junto a ellos hay tantos seres humanos anónimos que están dejando o han dejado una huella indeleble en el entorno en el que viven o vivieron por tener o haber tenido unas vidas ejemplares.

Todos ellos suman muchas cualidades. Resalto:  el amor incondicional, la armonía dentro de sí mismos y con las criaturas que les han rodeado o les rodean, el respeto por el otro, su solidaridad con las pequeñas y grandes causas que busquen el bien común y la entrega total, con vocación de servicio.

Creo que sólo un movimiento universal, en el que no haya fronteras de ningún tipo, podrá salvar y ser luz para este pequeño punto, el planeta Tierra, parte infinitesimal de un Universo infinito que ni el más potente telescopio logra abarcar.


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