jueves, 5 de mayo de 2016

Colombia: Al borde del abismo
AnaMercedes Gómez-Martínez

No estamos errados los que creemos que la institucionalidad colombiana está en gravísimo peligro. Que, si no reaccionamos, habrá un golpe de Estado y que el país quedará en manos de las Farc y quizás el Eln, con la venia de los llamados “guerrilleros del Chicó” y de un grupo de románticos que le apuestan a la paz sin mirar las consecuencias. Sin notar que Cuba será un paraíso, comparado con Colombia.

Este miércoles cuatro de mayo oí una y otra vez la entrevista que Fernando Londoño le hizo en La Hora de la Verdad al doctor Rafael Nieto Loaiza. Además de recomendar que la escuchen y la vuelvan a escuchar, me atrevo, como lega que soy, a escribir sobre ella con el ánimo de que reflexionemos sobre lo que se nos viene encima.

Lo hago porque Colombia se merece una paz digna y porque debemos estar con los ojos abiertos y los oídos despiertos para tratar de evitar que nos metan semejantes sapos, tan grandes como el más grande de los sapos.

El doctor Londoño le preguntó a Nieto Loaiza sobre la “novedosa” y yo diría que perversa y maquiavélica tesis del ahora ex fiscal Eduardo Montealegre.

Dicha tesis coincide con algo aparecido en la revista Semana, con la posición de la Casa de Nariño y con la de quienes están en La Habana, incluido Álvaro Leyva, según resalta Rafael Nieto.

No es coincidencia sino una alineación sotto voce para que se cumplan dos sueños: el Nobel para Santos y nada de raro que para los narcoguerrilleros, pues los países del hemisferio Norte son tan cándidos como románticos. El otro sueño es que la guerrilla llegue al poder. Y se lo están ofreciendo en bandeja de plata, al mejor estilo palaciego.

Montealegre presentó una demanda que debió ser rechazada, según los fundamentos jurídicos. Pero no. Fue aceptada por el ponente, abogado Jorge Iván Palacio Palacio, quien a su vez pide que la gente del asfalto opine y que las Farc se pronuncien.

En dicha demanda Montealegre sostiene que los Acuerdos de Paz son Tratados Internacionales y que como tales entran derechito al bloque de constitucionalidad y no pueden ser modificados por el pueblo, el constituyente primario. Como quien dice: Traguemos este sapo que más bien parece un sapote que debe dormitar en la Casa de Nariño.

Pero Nieto, serio experto en Derecho Constitucional e Internacional, dice que los Acuerdos de Paz No son acuerdos especiales a la luz del DIH y que sólo es aplicable el Artículo Tercero, común a los Acuerdos de Ginebra de 1949 y al Protocolo II de los Convenios de 1977, que se refiere a conflictos nacionales, no a los internacionales y que dice que las partes podrán invocarlos para temas de naturaleza humanitaria y nada más.

El Doctor Nieto es claro al hablar de muchas falsedades sobre los alcances del Artículo Tercero, en las que parecen sostenerse Montealegre y los arriba mencionados.

Las retomo:

Es falso que pueda incluir algunas cláusulas propias.

Es falso que pueda poner fin a un conflicto armado, regular los procesos de desmovilización, desarme y reinserción.

Es falso que pueda modificar el sistema de justicia, manejo de narco cultivos, etc.

Es falso que pueda modificar la naturaleza jurídica de quienes participan.

Es falso que pueda darles carácter político a quienes se levantan contra el Estado.

Es falso que le dé más derechos y obligaciones al Estado.

Los Tratados Internacionales no están por encima de la Constitución del país. Deben ir al Congreso para que los apruebe o impruebe, y luego pasar a la Corte Constitucional que define, valga la redundancia, si son o no constitucionales.

Es falso sostener que un Tratado Internacional no necesita evaluación y que no entra al ordenamiento jurídico nacional.

Es falso decir que el pueblo no puede pronunciarse ni modificar nada de lo que ahí se estipula. Convidado de piedra, agregaría yo.

Lo que pretende esta alegre demanda de Montealegre, (quien yo creo no da puntada sin dedal), según el doctor Nieto Loaiza, es que las Farc, los negociadores en La Habana y JMSantos tengan facultades omnímodas que establecen cláusulas pétreas en una Constitución que NO podría ser modificada. Y agrega que esto es un exabrupto, que es autoritario, un golpe de Estado y una traición a la Patria.

Más claro no canta un gallo. Lo que pasa es que el principal habitante de la Casa de Nariño no habla claro. Algunos dirán que es un defecto de dicción. Otros, que es a propósito para mantenernos anestesiados mientras se cuece algo que se ve muy oscuro desde la calle.

Lo grave -lo dialogaron los doctores Nieto Loaiza y Londoño- es que la Corte es como es. Y no como debería ser, agrego. Además, que Montealegre estuvo reunido cinco horas en Palacio con JMSantos.

No creo que hablando de la próxima visita al Palacio de Buckingham ni decidiendo si el ex Fiscal debe irse a Alemania o no. Quizá les sirva más que se quede acá asesorando, como él lo sabe hacer, con la ayuda de ciertos “expertos” a quienes se les da mucha mermelada.

Pero hay algo peor: Dice el doctor Nieto Loaiza, que para que el acuerdo fuese Tratado Internacional habría que darles a las Farc el carácter de fuerza beligerante. Que serían un cuasi Estado. En tal caso, lo que traten no tiene que ir ni al Congreso ni a la Corte Constitucional ni a un plebiscito ni a un referendo.

Sería una situación que jamás se ha dado en esta Tierra. ¿En eso consistirá la innovación de la que tanto hablan?

Contrasta esto, dice el doctor Nieto, con el incumplimiento por parte del Gobierno actual de las órdenes de la Corte Internacional de La Haya con respecto al diferendo con Nicaragua.

Que hable la salomónica canciller Holguín para que nos explique ese doble rasero, esa incoherencia, tan común en este gobierno.

Quizá Nicolás Maduro la pueda asesorar. La señora Holguín, de tan alto linaje, es muy democrática y guarda silencio hasta frente a las barbaridades de sus amigos del régimen venezolano.

Para terminar el doctor Nieto Loaiza nos citó, entrecomillado, un trino de Iván Márquez: “Elevar al rango de acuerdos especiales los acuerdos de La Habana, constituiría la vía más expedita para garantizar su seguridad jurídica”. Acá, sí hay coherencia.

Saquemos la conclusión final. Pero que no sea “apague y vámonos” sino: Seguiremos pacíficamente construyendo una paz digna, con libertad responsable, dentro de nuestro Estado Social de Derecho, con “seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social”.


Nos manifestaremos y ejerceremos una resistencia pacífica. Por favor, no escondamos la cabeza como el avestruz. Seamos patriotas y defendamos a Colombia. No caigamos en un comunismo peor que el cubano y el venezolano. Los niños de hoy y de mañana no se lo merecen. El reto es grande, pero no imposible.

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