miércoles, 8 de mayo de 2019


Israel no es un milagro (4)
Jerusalén, la ciudad de ciudades.

Texto: AnaMercedes Gómez Martínez


    Panorámica del Muro de Los Lamentos y de La Iglesia del Santo Sepulcro.


No voy a escribir sobre la historia de Jerusalén. No estoy preparada para hacerlo. Son tres mil años. “Jerusalén, La biografía”, un libro de 853 páginas del varias veces galardonado escritor Simón Sebag Montefiore es una historia magistral. Retomo las palabras que encontré en la contraportada de la edición en castellano de dicho libro, hecha por Editorial Crítica, de España:

“Jerusalén es, a la vez, un centro de poder político, el objetivo de mil batallas, conquistas y destrucciones a lo largo de los siglos, la ciudad santa de tres religiones y el lugar destinado a ser el escenario del Juicio Final profetizado por El Apocalipsis.

Simón Sebag Montefiore ha logrado el prodigio de evocar sus tres mil años de historia, contados a través de las vidas de quienes los protagonizaron en una nómina que incluye políticos, conquistadores o profetas, de Salomón a Lawrence de Arabia, pasando por Abraham, Jesús o Mahoma, por Saladino, los cruzados, Suleimán el Magnífico o Winston Churchill, sin olvidar a la infinidad de hombres y mujeres comunes que han vivido, amado, sufrido o luchado en sus calles. Antony Beevor ha dicho: ‘El libro de Montefiore, lleno de episodios fascinantes, y en ocasiones horribles, es un sobrecogedor relato de guerras, traiciones, masacres, violaciones, fanatismo, torturas sádicas, pugnas, persecuciones, corrupción, hipocresía y espiritualidad…Un relato objetivo, fiel y conmovedor’.

Leí el libro en su totalidad y lo recomiendo.

Voy, sí, a comparar la Jerusalén que vi en 1966 con la Jerusalén de 2019.

En 1966, un año antes de La Guerra de los Seis Días, Jerusalén estaba dividida en dos: Una parte pertenecía al Estado de Israel, y la otra, a Jordania, cuyo rey era Hussein, el padre del actual monarca jordano.

Llegamos a Jerusalén en carro, procedentes de Tel Aviv. Recuerdo que era una vía más bien angosta, como la gran mayoría de las carreteras actuales del departamento de Antioquia.

¡Cómo lamento hoy que en ese momento no existieran las maletas de rueditas! Llegamos a la Jerusalén israelí. Nos tocó bajarnos del carro, tomar nuestro equipaje, pasar por una zona neutral -entre alambradas- y llegar a la frontera jordana, hacer el proceso de inmigración, presentar pasaportes. En ese momento, los lugares santos quedaban en territorio jordano, como también nuestro hotel.

Ya instalados, salimos a recorrer la Vía Dolorosa, la que recorrió Jesús de Nazareth. ¡Qué desorden! Era un mercado abierto en donde le ofrecían a uno carne, dátiles, dulces y cachivaches. Hoy, esta misma vía está mucho más organizada y limpia. Se pueden ver con facilidad las estaciones que hizo Jesús en su camino hacia el calvario, el lugar donde fue crucificado.

El sitio de la Crucifixión, una roca, y el sitio del Santo Sepulcro, se ven casi igual a como se veían en 1966. Hay más facilidades para el recorrido, pero sigue custodiado por los mismos: Ortodoxos Griegos, Ortodoxos Armenios y Católicos Latinos, (franciscanos). Pero también hacen presencia las iglesias Ortodoxa Siria, la Etíope Ortodoxa y Copto Ortodoxa. Lo nuevo es que la seguridad es de la Policía israelí. La puerta para entrar a estos lugares santos la abre un musulmán.

La llave le fue entregada a la familia Al Husseini por Saladino, Sultán de Egipto y Siria, para evitar que dichos lugares fueran nuevamente destruidos por otros musulmanes. Saladino les arrebató Jerusalén a los cruzados en 1187.

Pero durante la primera mitad del siglo XX también hubo conflictos por el dominio. Obviamente que no como durante los de los diecinueve primeros siglos de la Era Cristiana. En ese largo tiempo, el dominio incluía la destrucción de lo hecho por los derrotados, y construcción según los cánones de los vencedores, llámense romanos, cruzados, otomanos, armenios, georgianos…

En 1966, los lugares santos podían ser visitados por los musulmanes y los cristianos, pero no por los hebreos e israelíes. Quienes tampoco podían ir al muro occidental del antiguo templo, el único que quedó después de la quizá peor de las destrucciones. Este es el llamado Muro de los Lamentos o las Lamentaciones. 

                            La emoción de orar en el Muro de Los Lamentos. Ver 
                            papelitos en ranuras del Muro.

Hoy en día podemos ver a los judíos, y personas de otras religiones, orando en este muro e introduciendo en las ranuras, entre piedra y piedra, sus mensajes escritos en papelitos. Esta tradición, de miles de años, se repite hoy en el que es tal vez el muro más famoso de la historia humana.

Jerusalén, creo, fue y es LA CIUDAD DE CIUDADES. Es la ciudad sagrada, la ciudad llena de energía, que atrae al mundo entero.   


    






viernes, 12 de abril de 2019


Israel no es un milagro (3)

Los recuerdos van y vienen
como las olas del Mar de Galilea

Textos y fotos: AnaMercedes Gómez Martínez




Galilea es una región que queda en el norte de Israel. Tiene montañas de más o menos 300 o 400 metros de altura y un clima subtropical. Es una zona fértil porque allí el río Jordán forma un inmenso lago de agua dulce que tiene varios nombres. Su traducción más conocida al castellano es: Mar de Galilea, Lago de Tiberíades, o Lago de Genesaret.

Este mar tiene una superficie de 166 kilómetros cuadrados. Una longitud de 21 kilómetros y una anchura máxima de 12. Está a 212 metros bajo el nivel del mar y es el lago de agua dulce más bajo del mundo. Provee cerca del 30% del agua potable para riego y consumo en Israel.

Galilea es muy importante para el mundo cristiano porque fue allí donde nuestro Mesías, Jesús, fue criado por María y José y vivió la mayor parte de su vida.

En la ahora provincia de Galilea hay muchos poblados mencionados tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y, muy especialmente, en los Evangelios: Naín, Caná, Betsaida, Nazareth, Cafarnaún…

El lago realmente parece un mar. Tiene playas, oleaje, conchas y actividad pesquera.
Pero nos referiremos a Cafarnaún o Cafarnaúm porque es muy importante en la Biblia. Después de Jerusalén, es la ciudad más mencionada en ella. Estuvimos ahí, gracias a AJC, Project Interchange.

Aterrizamos en un helipuerto, mientras veíamos las colinas verdes, sembradas con toda la tecnología. Hay innumerables hileras de productos agrícolas, en una acuarela de verdes que contrasta con el azul del inmenso lago.

Entramos a un santuario franciscano. Los franciscanos han custodiado este lugar desde 1217. El año pasado celebraron los 800 años de presencia continua. Este sitio ha sido visitado por varios papas de la Iglesia Católica.


   
 Hay una iglesia, relativamente moderna. En ella hay una roca que, en la tradición cristiana, se cree que fue donde los discípulos desayunaron con Jesús después de Su Resurrección. Esta roca se continúa hacia el exterior. Afuera, hay una estatua de Pedro, como primer papa. También hay otra de San Francisco de Asís.

 


Caminando se llega a una serie de ruinas sobre ruinas. Hay una forma octogonal: la casa de Pedro. Restos de una sinagoga. ¿Hablaría en ella con sus parábolas Jesús de Nazareth? Muy probablemente sí. Hay viviendas de Cafarnaún, antes y después de la dominación del Imperio Romano. Todo esto se constata con los grabados de las columnas y paredes. Llama la atención una ménora, (candelabro judío de siete brazos en forma de ramas de árbol), porque es la única que se ha encontrado con base en forma de tridente.





 
 
 
Creo que cualquier persona se conmueve al ver este sitio con miles de años de historia, un lago cuyas olas han ido y venido también por miles de años y unos peces que deben ser descendientes directos de los que pescaron Jesús y los apóstoles hace más de dos milenios. Estar allí es como devolver el video de la vida y sentir como si Jesús y sus discípulos hoy estuvieran a nuestro lado. Es imaginarlos caminando de aquí para allá y de allá para acá.


martes, 2 de abril de 2019


Israel no es un milagro (2)

Un desierto que no es desierto

Por: AnaMercedes Gómez Martínez


Basílica de la Transfiguración, Monte Tavor. Allí fue la transfiguración de Jesús de Nazareth. Foto de Haim Dorin, guía turístico. https://www.haimtogo.com/ . Tomada de TripAdvisor.

<a href="https://www.tripadvisor.com/LocationPhotoDirectLink-g293983-d8809383-i385748495-HaimToGo-Jerusalem_Jerusalem_District.html#385748495"><img alt="" src="https://media-cdn.tripadvisor.com/media/photo-s/16/a8/13/26/basilica-de-la-transfiguracion.jpg"/></a><br/>This photo of HaimToGo is courtesy of TripAdvisor

Después de recorrer Tel Aviv y Jaffa, jornada sobre la que ya escribí en la crónica anterior, estuvimos en el Centro Volcani de la Organización de Investigación Agrícola: Allí hablamos con un científico del Instituto de Ingeniería Agrícola. Trabajan con el ADN, código genético, de plantas comestibles y ornamentales para producir nuevas variedades mejores, sanas, más bellas. Hacer injertos es lo más elemental. Al ver las flores me acordé de mi país. La diferencia es que los israelíes las producen en un desierto fertilizado. Y me acordé también del que alguna vez llamé “El Wall Street de las Flores”, en Alsmeer, cerca de Amsterdam, Holanda, “el epicentro del mercado mundial de flores”. Pues Israel es hoy en día un importante exportador de flores, valga la redundancia, con polen o sin polen y de variados y nuevos colores, resultado de los injertos y la genética. También producen frutas con o sin semillas.

El objetivo principal es que los productos vegetales sean fuertes frente a las plagas, tengan una cáscara más resistente al frío y el calor, a las inundaciones o salinidad y un mejor sabor. Es increíble, pero Israel produce aguacates, guayabas, mangos, piñas, liches de óptima calidad. Mejor dicho, allá se cultiva de todo.

Hay plantas transgénicas que producen proteínas para uso medicinal: insulina, interferones, (IFNs, son un grupo de proteínas que responden a la presencia de virus, bacterias, parásitos y células tumorales), anticuerpos, licopeno, (que tiene propiedades antioxidantes) vitaminas y betacaroteno, que está en frutos amarillos y tiene muchas aplicaciones medicinales. Israel tiene un banco de genes vegetales y está desarrollando plantas que producen biodiesel para que los medios de transporte actuales sean menos contaminantes. Pero hay más, porque “cuando nosotros vamos, ellos ya vienen”.

Al viajar en helicóptero hacia el norte del país, al Monte Adir, se pasa por kilómetros de invernaderos, uno enseguida del otro. También se sobrevuela una inmensa extensión, tanta, que se pierde en la línea del horizonte, de sembrados de todas las tonalidades de verde. Al ver esta inmensidad agrícola me acordé de los sembrados en Boyacá, cerca al lago de Tota, y entre Chiquinquirá y Zipaquirá; de la vía entre Pasto e Ipiales; de los Estados agrícolas del centro de Estados Unidos; de los países europeos que no desperdician ni un centímetro de tierra cultivable…


Vista aérea de parte de los invernaderos de productos agrícolas al norte de Tel Aviv. Foto: AnaMercedes Gómez Martínez

Pero hay una gran diferencia que vale la pena reiterar: los israelíes fertilizaron un desierto. Lo que era arena, hoy está verde. Todo comenzó con unos pocos kibutz, (iniciaron como granjas comunales de producción agrícola), esparcidos, rodeados del gris desértico. El primer kibutz se creó en 1909. El mismo año de la fundación de Tel Aviv. Hoy en día hay una sumatoria infinita de kibutz y tierra fértil. Por eso puedo decir que Israel no es un milagro. Es el fruto del trabajo disciplinado y constante de generaciones que llegaron, en su mayoría, desde principios del Siglo XX y ahora, en 2019, siguen trabajando e innovando, en el mismo marco de constancia, disciplina, mística y amor por su tierra, la misma por la que han luchado desde el principio de los tiempos.


Múltiples cultivos, múltiples verdes en lo que era un desierto. Foto aérea: AnaMercedes Gómez Martínez.

El helicóptero dio una vuelta por el norte y aterrizó en el Monte Adir. Allí hay un monumento en homenaje a los 121 soldados que murieron en la Segunda Guerra con el Líbano, (2006). En él están los nombres de todos quienes en ese momento murieron defendiendo su patria. Este monumento, financiado por comunidades judías de Latinoamérica, fue inaugurado en julio de 2012. Es un mirador estratégico, desde donde se ve el verde de los sembrados, pero también la frontera con el Líbano.


Vista del Líbano desde el Monte Adir, mirador y monumento a los soldados israelíes que murieron en la Segunda Guerra del Líbano (2006),secuestrados y asesinados por Hezbollah en tierra israelí.

Cuando estábamos allí, llegó un grupo de militares, hombres y mujeres, jóvenes todos. En Israel el servicio militar es obligatorio, (3 años para los hombres, dos años para las mujeres). Se exceptúan los judíos ortodoxos y ultra ortodoxos que dicen que solo lucharán cuando llegue el Mesías. También se exceptúan los cristianos y los árabes. Sin embargo, cada vez hay más voluntarios árabes y cristianos que prestan servicio en las Fuerzas Armadas israelíes.

Del Monte Adir volamos al Mar de Galilea, o Tiberíades, la región en la que Jesús de Nazareth pasó buena parte de su corta vida adulta. Pero de esta experiencia contaré en una próxima crónica.


viernes, 29 de marzo de 2019


Israel no es un milagro (1)

Tel Aviv-Jaffa de 1966 a 2019

Texto y fotos de AnaMercedes Gómez Martínez


Fui a Israel en 1966, un año antes de la Guerra de los seis días. Y volví ahora, invitada por AJC-Project Interchange. Estuve allí del 23 de febrero al primero de marzo. Acepté este viaje porque siempre había querido comparar el Israel que vi jovencita con el Israel de los últimos tiempos.

Aterrizamos en Tel Aviv en la noche del 23 de febrero y desde la ventanilla del avión empecé a ver una ciudad grande, llena de edificios altos y modernos, de autopistas. Esa no era la ciudad que guardaba en mi memoria: pequeña, sin grandes avenidas, sin rascacielos, sino edificios blancos de tres o cuatro pisos y un solo hotel grande, que se destacaba: el Tel Aviv Hilton.

Visita de Tel Aviv-Jaffa.

Monumento a Isaac Rabin, Primer Ministro y MinDefensa de Israel asesinado en este lugar el 4 de noviembre de 1995 por un estudiante de la extrema derecha radical israelí. En la placa conmemorativa dice: “La paz debe ser su legado”.















Ya, a la luz del día, pasé a la zona de desayuno, con vista al mar, del hotel Carlton -donde nos habían alojado- escogí qué comer y me senté con los del grupo, alcé la vista y, frente a mí, a una cuadra por la playa, estaba el Hotel Hilton, el mismo en el que me había hospedado con mis padres en 1966. De regreso al lobby del Carlton, vi que los dos hoteles estaban comunicados por un sendero peatonal y una vía para bicicletas y patinetas. Mucha gente en Tel Aviv se mueve en patinetas eléctricas. A pesar de ser una ciudad que da al Mar Mediterráneo, que tiene vientos que evitan la contaminación, hay una gran conciencia del cuidado del planeta. Esto está generalizado en Israel, no solo en la capital financiera, Tel Aviv.

Al salir a hacer el tour Tel Aviv-Jaffa me encontré con una zona conurbada, inmensa, bien planificada, con metro, deprimidos, grandes puentes, bellas playas, un puerto uno A, zona de veleros y yates.

Tel Aviv es una ciudad joven. Tiene 110 años de fundada (1909). Nace con la modernidad europea y, por lo tanto, tiene una tradición modernista. Unida a la antigua ciudad de Jaffa, tiene 400 mil habitantes. Pero la población móvil es numerosa porque la visitan, cada año, un promedio de 2 millones y medio de personas. Como Japón y Europa, tiene trenes de alta velocidad que te llevan a Jerusalén en 15 minutos. En los años 60 del siglo pasado creo que solo había una estrecha carretera y, si mal no recuerdo, se tardaba más de una hora para ir a Jerusalén.

Tel Aviv-Jaffa es el centro cultural más grande de Israel y, me atrevería a decir, de todo el Oriente Medio. Hoy tiene varias líneas de metro. Otras, están en construcción. El metro es a nivel o subterráneo, depende de la zona. Esto es algo imposible en Jerusalén por razones arqueológicas. Jerusalén no tiene metro pero sí tiene tranvía.

Los rascacielos están en la zona financiera, sede de muchas empresas multinacionales e israelíes. Hay restaurantes panorámicos desde donde se ven Tel Aviv y Jaffa y se aprecia mejor el desarrollo armónico de una zona costera israelí que es no solo financiera sino tecnológica y turística, con un clima mediterráneo suave.


Vista panorámica de Tel Aviv, tomada desde Jaffa.


















Al recorrer las calles de ambas ciudades se percibe una zona vibrante, una serenidad contagiosa. Orden, limpieza. En Israel no hay pobres, aunque es el menos rico de los países desarrollados. El PIB per cápita anual es de 41mil dólares aproximadamente. (120 millones de pesos colombianos). Hay refugios antiaéreos en cada edificación y cada persona, (niño o adulto) sabe qué hacer en caso de que suenen las sirenas de alerta.


Al fondo un faro y en primer plano un restaurante en Jaffa.