miércoles, 13 de julio de 2016

Del sueño a la pesadilla

AnaMercedes Gómez-Martínez


Escucho a tantas personas convencidas y seriamente comprometidas con el proceso de negociación con las Farc y con el Eln y me lleno de esperanza y de ganas de trabajar para que de verdad y, entre todos, construyamos la auténtica paz.

Y creo que en esta construcción, obviamente, deben estar los miembros de estos grupos que se alzaron en armas contra un Estado democrático, sin negar que nuestra democracia es frágil y que, con acuerdos o sin acuerdos, tenemos que ayudar a fortalecerla para que en Colombia haya igualdad de oportunidades para todos, en todos los rincones del país.

Esto significa que haya descentralización de Bogotá hacia el resto de Colombia, y de cada capital departamental hacia sus distintas regiones.

En Antioquia hay que crear auténticos polos de desarrollo en, por lo menos, ocho zonas: Urabá, Occidente, Suroeste, Oriente cercano, Oriente lejano, Nordeste, Norte, Sur. Con vivienda, alimento, educación y trabajo dignos y de calidad. Con fábricas y vías excelentes para sacar los productos, también de calidad, y ser competitivos en un mundo globalizado.

Pero leo lo que ya está acordado en La Habana y me surgen muchas preguntas.

Menciono algunas: ¿Y qué va a pasar con las milicias urbanas? JMSantos reconoció que las había, que estaban armadas y así permanecerían, y nos amenazó con ellas si votamos NO en el plebiscito. Dijo, palabra más, palabra menos, que lo que él llama guerra se trasladaría a las ciudades.

O sea, que lo acordado está cojo y ¡bien cojo!

Otro interrogante: ¿Qué va a pasar con el mar de coca que es Colombia? Hoy hay más que en 2001. No lo dicen inexpertos sino expertos de la ONU y de Estados Unidos. Pero algo más grave: hay montones de laboratorios en los que se procesa cocaína para exportar y para el consumo interno.

Muy triste decirlo, pero nuestro país ya es consumidor significativo de droga, por aquello del libre desarrollo de la personalidad. Y como negocio es negocio, hay quienes les dan dulces untados de alucinógenos a los niños, quienes inocentemente se van volviendo drogadictos.

Creo que hay que perdonar y reconocer que somos un país inequitativo donde unos pocos tienen de sobra, y mucho; y otros carecen de casi todo o de todo.

Entonces que quienes hemos tenido oportunidad de estudiar y tener un trabajo digno o somos multimillonarios hemos fallado por acción u omisión.

Entonces nos toca renunciar a privilegios, ceder, ser más solidarios y aportar para construir el sueño de la igualdad de oportunidades para todos.

Estoy soñando esto y oigo que guerrilleros pedagogos dicen que Colombia será un país comunista, que seguirá el modelo castro-chavista y que acá se impondrá la dictadura del proletariado.

Despierto como de una pesadilla, caigo en la realidad y pienso: Esa no es la paz que queremos la mayoría de los colombianos. No queremos que nos nivelemos por lo bajo: todos pobres, menos la nomenklatura, es decir los jefes, que sí tendrían barrios exclusivos, carros de lujo, banquetes y comilonas, como vi en Cuba, con mis propios ojos, cuando tenían el apoyo de la URSS.

Lo peor es que esas condiciones siguieron después de la caída del Muro de Berlín y del colapso de la URSS. Los jefes con de todo, y el pueblo comiendo fríjoles con arroz. Un tomate y una lechuga son lujos en una casa cubana del ciudadano de a pie.

Y empezó la economía del rebusque: venta de los muebles, de los libros, de los adornos que dejaron quienes salieron con una mano adelante y otra atrás a empezar de cero, especialmente en Estados Unidos, cuando Castro se destapó y dijo que Cuba sería, como lo es ahora, comunista.

Y, sin el apoyo soviético, volvieron las enfermedades que producen la falta de los productos básicos de higiene y de los botiquines familiares.

¡Qué ironía! Cuba volvió a ser el casino y el prostíbulo del mundo, como en la era del dictador Fulgencio Batista.

Ese privilegio de lujos es compartido por los negociadores en La Habana. Basta con ver las fotos.

Siempre lo he dicho: Lo que fue bueno para el mundo, Gorvachov, la perestroika y la glasnost, el sindicato Solidaridad en la Polonia de San Juan Pablo II, fue muy malo para Colombia. Porque, sin el dinero soviético, las guerrillas colombianas empezaron a financiarse con la cadena de la coca y el secuestro extorsivo, sumado al político.

Supe que alias Iván Márquez lloró al escuchar lo que le decían las víctimas sobre los horrores que padecieron ellos o los suyos. Que se comprometió a no hacer terrorismo. Y que las víctimas que fueron a La Habana perdonaron y Márquez y sus compañeros de las Farc les pidieron que los perdonaran. Toda una lección.

Pero luego oigo que francotiradores con brazalete guerrillero matan y rematan a policías y soldados a mansalva y me pregunto: ¿Dónde está la voluntad de nunca más?

Que los guerrilleros se van a concentrar en no se sabe cuántas zonas del país y que tendrán supervisión extranjera. ¿Cuánto tiempo y qué calidad de supervisión? No lo sabemos a ciencia cierta.

Pero ya se sabe que muchas de estas zonas, por no decir todas, están en sitios estratégicos donde se cultiva droga o hay laboratorios, donde hay minería ilegal, o en zonas de frontera con países que reciben a guerrilleros y son corredores para sacar la cocaína para el mundo entero.

El Nudo de Paramillo es el corredor directo hacia el río Atrato, Chocó, el Golfo de Urabá. Por lo tanto, para el Océano Pacífico y el Caribe.

Ituango es la zona del mayor proyecto hidroeléctrico de Colombia y comunica con el Bajo Cauca, el Nordeste y Urabá.

Briceño, que será territorio piloto para la concentración de las Farc, limita con Ituango, Toledo, Valdivia y Yarumal.

Conejo es paso directo al Caribe norteño de Colombia y al Golfo de Maracaibo, antes de Coquivacoa, en Venezuela.

Cumariba, que abarca a Vichada y Guainía, es salida directa al Río Orinoco y Venezuela. ¿No será este el nuevo nombre de la República Independiente de Caquetania, soñada de tiempo atrás por las Farc?

Y ni mencionar a Tibú, El Tarra, (límites con Venezuela), y Nariño y Putumayo, (límites con Perú y Ecuador y fácil salida al puerto de Tumaco.

Para qué hablar más de los poderes para JMSantos y las guerrillas, de sus acuerdos como parte de la Constitución, y con rango supraconstitucional y el Congreso como simple notario.

Me pregunto: ¿Cuál es la tarea de los que queremos una paz sin impunidad total, con entrega de armas y una cárcel corta, pero cárcel, para quienes hayan cometido delitos de lesa humanidad? ¿Cómo debemos unirnos y quiénes serán nuestros líderes?

Sueño con que podamos construir una paz que se acoja al Estado Social de Derecho, en el que haya independencia, libertad responsable, una justicia justa, y pesos y contrapesos.

Sueño con una comunidad organizada, en la que la familia tradicional sea el núcleo básico de la sociedad donde papá y mamá moldeen la personalidad de sus hijos y les enseñen los valores humanos y los principios éticos.

Despierto y creo ver que el proceso va por otro lado y que la paz que se está construyendo no es la que queremos la gran mayoría de los colombianos.

Para acabar de ajustar, escucho que hay frentes de las Farc que no quieren dejar de hacer lo que han hecho por décadas y se declaran en rebeldía frente a lo que les indican desde La Habana.

Por otro lado oigo que expertos dicen que el proceso con el Eln será más difícil, pues ellos siguen haciendo actos terroristas y secuestrando gente.

También, que el paro camionero es cada vez más fuerte. Con sus consecuencias en la escasez y el alza de los alimentos de la canasta básica. En esas estamos al momento de escribir esta reflexión.

Por todo eso votaré NO al plebiscito, si hay umbral, aunque haya sido reducido al 13% del potencial de votantes.


Por todo esto, paso, en minutos, de la esperanza a la desesperanza. Del sueño a la pesadilla.

viernes, 1 de julio de 2016

¿Qué hacer frente al terrorismo y fanatismo globalizados?

AnaMercedes Gómez-Martínez

El martes 28 de junio fue un día de tristes y duras noticias.

Ya sabemos que ISIS, el autodenominado Estado Islámico y Al Qaeda están asesinando cristianos por cuenta de un fanatismo en el que se unen el poder político y el religioso para justificar sus matanzas.

Unir política y religión es muy grave y ha dejado amargas experiencias en la historia de la humanidad.

Baste recordar con dolor los ataques en París, en el aeropuerto de Bruselas, en Orlando y, si nos vamos más atrás en la línea del tiempo, en Madrid, en Londres, en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001, y en Münich, a los atletas israelíes que participaban en los Juegos Olímpicos de 1972. ¡Éstos sólo pararon un día!

Pero hay muchos más ataques y genocidios. No puedo olvidar lo que sentí en Ruanda cuando el genocidio de 1994, atizado por medios de comunicación que pasaban este tipo de mensajes: “Mate a un tutsi y haga un bien a la Patria”. Y produjeron una locura colectiva entre hutus y tutsis, quienes hasta ese momento compartían escuelas, puestos de trabajo, vecindarios y eran amigos.

Ante este genocidio, el mundo reaccionó tarde, incluida la ONU. Todavía hoy, no sabemos cuántos muertos hubo. Pero se calculan entre 500 mil y un millón.

¿Cómo es que ha corrido tanta sangre, desde hace tanto tiempo y ha habido tanta indiferencia e insolidaridad?

Pero el martes tres noticias me dejaron perpleja.

Primero recibí un video de una amiga de origen catalán en el que mostraban el bello Monasterio de las montañas de Montserrat, cerca de Barcelona, en el que se anuncia una “Ley de Actividades Religiosas” que dejaría en manos de los alcaldes de Cataluña el permitir o no que se celebren actos religiosos en las iglesias, centros de culto y, más aún, en las calles.

No tener el permiso de un alcalde, su licencia, que puede darla o no, puede ser un delito si se hacen procesiones, se reúne gente en algún parque para orar, cantar o hacer romerías.

El Ayuntamiento, dice el proyecto de ley, tendrá que tener en cuenta el criterio de “proporcionalidad con la población del término municipal”.

Según el video, esto significa “que no se darán licencias o que se quitarán licencias en municipios que no tengan un segmento significativo de fieles, con respecto a la población de ese municipio, que justifique el desempeño de dicha actividad”.

“Por este criterio, muchísimas parroquias pueden ser cerradas en cuanto se publique la ley en el Boletín de la Generalidad”. Esto pasaría, de ser aprobada.

“¿Qué significa todo esto? Que en Cataluña la persecución abierta contra el cristianismo y los cristianos está a punto de empezar otra vez.”

También los alcaldes pueden cerrar iglesias o no dar permiso para que se construyan otras nuevas.

Por qué, reflexioné. ¿Acaso Cataluña no tiene libertad de cultos y las personas deberían poder tener la libertad de asistir a ceremonias religiosas, siempre y cuando lo hagan en paz y sin afectar el orden público y la tranquilidad ciudadana?

Pero hubo otra noticia que circuló por las redes sociales. No parece totalmente cierta, pues Monseñor Parra ya no es el Obispo de Mocoa. Lo es Monseñor Luis Albeiro Maldonado y de su despacho contestaron que sí hubo en el pasado recomendaciones de las Farc para no hacer actos fuera de las iglesias, pero que no ha habido nada nuevo. Esperamos que así continúe y en el llamado posconflicto no pase lo que pasó y sigue pasando en Cuba.

Sobre lo que suceda en el llamado posconflicto hay muchas inquietudes, que se acrecientan al escuchar al Procurador General, Alejandro Ordóñez Maldonado, en charla dada el jueves 30 en la Universidad Pontificia Bolivariana.

La esquiva paz depende, principalmente, de la actitud de los grupos narco guerrilleros frente a un país que ha sido generoso en demasía con ellos. Hasta el punto de que los negociadores en La Habana les han prometido que lo acordado y por acordar será parte de la Constitución y que tendrá carácter de acuerdo supraconstitucional.

Dios quiera que ellos quieran cumplir en cuanto a la entrega de las armas y de toda la información de la cadena de narcóticos.

También, en cuanto a que no volverán a delinquir, a traficar con droga, a secuestrar, a reclutar menores y que habrá desminado, reparación a las víctimas y libertades dentro del Estado de Derecho que es Colombia.

Pero no dicen nada de las milicias urbanas que se calculan, según el Procurador General, en 7.755 personas. ¿Tendrán armas? Muy seguramente, sí. Recordemos las palabras de JMSantos en el Foro Económico Mundial, celebrado recientemente en esta golpeada ciudad de Medellín.

Pero volvamos al martes: Preocupada, encendí el televisor, y vi lo que acababa de pasar en el aeropuerto Atatürk, en Estambul.

Otra vez uno de estos grupos fundamentalistas acababa de producir una masacre en el Terminal Internacional, a una hora en que salen muchos vuelos, porque es un centro de conexiones, o hub, muy importante, porque Turquía es el país que históricamente ha sido y sigue siendo el punto geoestratégico de unión entre Oriente y Occidente. Este atentado se suma a varios otros que ha habido en suelo turco.

Definitivamente, como decía esta mañana en “La hora de la verdad” un experto: el terrorismo está globalizado, hay conexiones entre los distintos grupos y no hay rincón libre de esta terrible amenaza.

¿Cómo puede pasar todo esto en nuestro pequeño mundo que es el planeta Tierra? ¿En qué hemos fallado? ¿Cuál es la solución?

¿Quién o qué podrá salvarnos del terrorismo y el fanatismo internacionales? Fueron preguntas que se agolparon en mi cabeza sin encontrar respuesta.

Después de mucho pensar creo que puede haber una solución, si nos unimos todos los que no aceptamos ningún fanatismo, sea de izquierda o de derecha y, aprovechando la facilidad de las comunicaciones actuales, empezamos un movimiento que busque el entendimiento entre las personas y los pueblos, el respeto por las ideas distintas y rechace todas las formas de violencia, vengan de donde vinieren.

Un movimiento que sume las ideas de grandes seres que han vivido o viven en este pequeño punto de un inmenso universo: Jesús de Nazaret, Mahatma Gandhi, Buda, El Dalai Lama y los monjes tibetanos, Abraham Lincoln, Benjamín Franklin, Martin Luther King, Santa Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, el Obispo Desmond Tutu, el Papa Juan XXIII, San Juan Pablo II y nuestra Santa, Laura Montoya.

Junto a ellos hay tantos seres humanos anónimos que están dejando o han dejado una huella indeleble en el entorno en el que viven o vivieron por tener o haber tenido unas vidas ejemplares.

Todos ellos suman muchas cualidades. Resalto:  el amor incondicional, la armonía dentro de sí mismos y con las criaturas que les han rodeado o les rodean, el respeto por el otro, su solidaridad con las pequeñas y grandes causas que busquen el bien común y la entrega total, con vocación de servicio.

Creo que sólo un movimiento universal, en el que no haya fronteras de ningún tipo, podrá salvar y ser luz para este pequeño punto, el planeta Tierra, parte infinitesimal de un Universo infinito que ni el más potente telescopio logra abarcar.