viernes, 12 de abril de 2019


Israel no es un milagro (3)

Los recuerdos van y vienen
como las olas del Mar de Galilea

Textos y fotos: AnaMercedes Gómez Martínez




Galilea es una región que queda en el norte de Israel. Tiene montañas de más o menos 300 o 400 metros de altura y un clima subtropical. Es una zona fértil porque allí el río Jordán forma un inmenso lago de agua dulce que tiene varios nombres. Su traducción más conocida al castellano es: Mar de Galilea, Lago de Tiberíades, o Lago de Genesaret.

Este mar tiene una superficie de 166 kilómetros cuadrados. Una longitud de 21 kilómetros y una anchura máxima de 12. Está a 212 metros bajo el nivel del mar y es el lago de agua dulce más bajo del mundo. Provee cerca del 30% del agua potable para riego y consumo en Israel.

Galilea es muy importante para el mundo cristiano porque fue allí donde nuestro Mesías, Jesús, fue criado por María y José y vivió la mayor parte de su vida.

En la ahora provincia de Galilea hay muchos poblados mencionados tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y, muy especialmente, en los Evangelios: Naín, Caná, Betsaida, Nazareth, Cafarnaún…

El lago realmente parece un mar. Tiene playas, oleaje, conchas y actividad pesquera.
Pero nos referiremos a Cafarnaún o Cafarnaúm porque es muy importante en la Biblia. Después de Jerusalén, es la ciudad más mencionada en ella. Estuvimos ahí, gracias a AJC, Project Interchange.

Aterrizamos en un helipuerto, mientras veíamos las colinas verdes, sembradas con toda la tecnología. Hay innumerables hileras de productos agrícolas, en una acuarela de verdes que contrasta con el azul del inmenso lago.

Entramos a un santuario franciscano. Los franciscanos han custodiado este lugar desde 1217. El año pasado celebraron los 800 años de presencia continua. Este sitio ha sido visitado por varios papas de la Iglesia Católica.


   
 Hay una iglesia, relativamente moderna. En ella hay una roca que, en la tradición cristiana, se cree que fue donde los discípulos desayunaron con Jesús después de Su Resurrección. Esta roca se continúa hacia el exterior. Afuera, hay una estatua de Pedro, como primer papa. También hay otra de San Francisco de Asís.

 


Caminando se llega a una serie de ruinas sobre ruinas. Hay una forma octogonal: la casa de Pedro. Restos de una sinagoga. ¿Hablaría en ella con sus parábolas Jesús de Nazareth? Muy probablemente sí. Hay viviendas de Cafarnaún, antes y después de la dominación del Imperio Romano. Todo esto se constata con los grabados de las columnas y paredes. Llama la atención una ménora, (candelabro judío de siete brazos en forma de ramas de árbol), porque es la única que se ha encontrado con base en forma de tridente.





 
 
 
Creo que cualquier persona se conmueve al ver este sitio con miles de años de historia, un lago cuyas olas han ido y venido también por miles de años y unos peces que deben ser descendientes directos de los que pescaron Jesús y los apóstoles hace más de dos milenios. Estar allí es como devolver el video de la vida y sentir como si Jesús y sus discípulos hoy estuvieran a nuestro lado. Es imaginarlos caminando de aquí para allá y de allá para acá.


martes, 2 de abril de 2019


Israel no es un milagro (2)

Un desierto que no es desierto

Por: AnaMercedes Gómez Martínez


Basílica de la Transfiguración, Monte Tavor. Allí fue la transfiguración de Jesús de Nazareth. Foto de Haim Dorin, guía turístico. https://www.haimtogo.com/ . Tomada de TripAdvisor.

<a href="https://www.tripadvisor.com/LocationPhotoDirectLink-g293983-d8809383-i385748495-HaimToGo-Jerusalem_Jerusalem_District.html#385748495"><img alt="" src="https://media-cdn.tripadvisor.com/media/photo-s/16/a8/13/26/basilica-de-la-transfiguracion.jpg"/></a><br/>This photo of HaimToGo is courtesy of TripAdvisor

Después de recorrer Tel Aviv y Jaffa, jornada sobre la que ya escribí en la crónica anterior, estuvimos en el Centro Volcani de la Organización de Investigación Agrícola: Allí hablamos con un científico del Instituto de Ingeniería Agrícola. Trabajan con el ADN, código genético, de plantas comestibles y ornamentales para producir nuevas variedades mejores, sanas, más bellas. Hacer injertos es lo más elemental. Al ver las flores me acordé de mi país. La diferencia es que los israelíes las producen en un desierto fertilizado. Y me acordé también del que alguna vez llamé “El Wall Street de las Flores”, en Alsmeer, cerca de Amsterdam, Holanda, “el epicentro del mercado mundial de flores”. Pues Israel es hoy en día un importante exportador de flores, valga la redundancia, con polen o sin polen y de variados y nuevos colores, resultado de los injertos y la genética. También producen frutas con o sin semillas.

El objetivo principal es que los productos vegetales sean fuertes frente a las plagas, tengan una cáscara más resistente al frío y el calor, a las inundaciones o salinidad y un mejor sabor. Es increíble, pero Israel produce aguacates, guayabas, mangos, piñas, liches de óptima calidad. Mejor dicho, allá se cultiva de todo.

Hay plantas transgénicas que producen proteínas para uso medicinal: insulina, interferones, (IFNs, son un grupo de proteínas que responden a la presencia de virus, bacterias, parásitos y células tumorales), anticuerpos, licopeno, (que tiene propiedades antioxidantes) vitaminas y betacaroteno, que está en frutos amarillos y tiene muchas aplicaciones medicinales. Israel tiene un banco de genes vegetales y está desarrollando plantas que producen biodiesel para que los medios de transporte actuales sean menos contaminantes. Pero hay más, porque “cuando nosotros vamos, ellos ya vienen”.

Al viajar en helicóptero hacia el norte del país, al Monte Adir, se pasa por kilómetros de invernaderos, uno enseguida del otro. También se sobrevuela una inmensa extensión, tanta, que se pierde en la línea del horizonte, de sembrados de todas las tonalidades de verde. Al ver esta inmensidad agrícola me acordé de los sembrados en Boyacá, cerca al lago de Tota, y entre Chiquinquirá y Zipaquirá; de la vía entre Pasto e Ipiales; de los Estados agrícolas del centro de Estados Unidos; de los países europeos que no desperdician ni un centímetro de tierra cultivable…


Vista aérea de parte de los invernaderos de productos agrícolas al norte de Tel Aviv. Foto: AnaMercedes Gómez Martínez

Pero hay una gran diferencia que vale la pena reiterar: los israelíes fertilizaron un desierto. Lo que era arena, hoy está verde. Todo comenzó con unos pocos kibutz, (iniciaron como granjas comunales de producción agrícola), esparcidos, rodeados del gris desértico. El primer kibutz se creó en 1909. El mismo año de la fundación de Tel Aviv. Hoy en día hay una sumatoria infinita de kibutz y tierra fértil. Por eso puedo decir que Israel no es un milagro. Es el fruto del trabajo disciplinado y constante de generaciones que llegaron, en su mayoría, desde principios del Siglo XX y ahora, en 2019, siguen trabajando e innovando, en el mismo marco de constancia, disciplina, mística y amor por su tierra, la misma por la que han luchado desde el principio de los tiempos.


Múltiples cultivos, múltiples verdes en lo que era un desierto. Foto aérea: AnaMercedes Gómez Martínez.

El helicóptero dio una vuelta por el norte y aterrizó en el Monte Adir. Allí hay un monumento en homenaje a los 121 soldados que murieron en la Segunda Guerra con el Líbano, (2006). En él están los nombres de todos quienes en ese momento murieron defendiendo su patria. Este monumento, financiado por comunidades judías de Latinoamérica, fue inaugurado en julio de 2012. Es un mirador estratégico, desde donde se ve el verde de los sembrados, pero también la frontera con el Líbano.


Vista del Líbano desde el Monte Adir, mirador y monumento a los soldados israelíes que murieron en la Segunda Guerra del Líbano (2006),secuestrados y asesinados por Hezbollah en tierra israelí.

Cuando estábamos allí, llegó un grupo de militares, hombres y mujeres, jóvenes todos. En Israel el servicio militar es obligatorio, (3 años para los hombres, dos años para las mujeres). Se exceptúan los judíos ortodoxos y ultra ortodoxos que dicen que solo lucharán cuando llegue el Mesías. También se exceptúan los cristianos y los árabes. Sin embargo, cada vez hay más voluntarios árabes y cristianos que prestan servicio en las Fuerzas Armadas israelíes.

Del Monte Adir volamos al Mar de Galilea, o Tiberíades, la región en la que Jesús de Nazareth pasó buena parte de su corta vida adulta. Pero de esta experiencia contaré en una próxima crónica.